Cada vez que pudo le pidió apoyo al público.
José Alvújar, El Mercurio
SANTIAGO.- Cuando por los altoparlantes del Estadio Nacional comenzó a darse la formación hubo varios jugadores de Chile que recibieron sendas ovaciones. La mayoría, las ya conocidas figuras de la "Roja", aunque igual entre los más aplaudidos de inmediato estuvo el 7, David Marcelo Pizarro Cortés.
Fue su regreso a la "Roja" después de ocho años, de ese 11 de octubre de 2005, cuando comunicaba que renunciaba a la selección.
Por esos días, el "Fantasista" recibía pifias de la hinchada, e incluso se iba de la "Roja" pateando un letrero antes de ingresar al camarín.
Todo opuesto a lo que ocurrió la noche de este martes en Ñuñoa. Desde que se escuchó su nombre fue ovacionado. Ya a los 3' de juego, en su primer enganche, dejando tirado a un rival, el público lo aplaudió, incluso algunos insinuaron ponerse de pie.
Luego vinieron un par de balones errados, sobre todo en su incesante búsqueda de habilitar por los costados. Pero, ni eso fue en contra de su idilio con el público que parecía expectante ante la presencia de uno de los jugadores más exitosos del último tiempo en Europa.
Pronto vinieron dos jugadas de su especialidad. Balonazos largos entre los centrales. Primero dejó solo a Sánchez y luego a Vidal. En ambas oportunidades fue quien se llevó los elogios de los hinchas, quienes alababan esa sensibilidad con el esférico.
Así, cada vez que Pizarro tomaba el balón y comenzaba a llenarse de fintas y amargues, el público agradecía con un cerrado aplauso. Se movió, buscó, pidió y se adueñó de la salida de Chile.
Ni siquiera su error en el descuento de los bolivianos le quitó bonos, porque la gente ya estaba rendida ante su juego. Sólo las veces que descargó hacia la defensa la galería se inquietó.
Y su conexión con el público fue tal que cada vez que Chile hizo un gol, levantaba los brazos pidiendo apoyo a la tribuna, a lo que el público respondía con gritos y aplausos.
Pizarro fue ovacionado sí, a pesar de que combinó buenas y malas en su juego. Es que los hinchas parecían ansiosos de verlo otra vez con la roja y ese amor inconcluso al que el propio jugador se refirió.