SANTIAGO.- El pitazo final en el Estadio Nacional desató la inmediata celebración del cuerpo técnico y jugadores, aunque expresada de maneras muy diferentes.
Una vez que el DT y su plantel emprendieron rumbo hacia camarines, comenzó un festejo íntimo en el vestuario número 1 del reducto ñuñoíno. Allí, la alegría era total. Los jugadores saltaban y cantaban, mientras Sampaoli miraba el resultado de su trabajo a un par de metros de distancia.
El casildense, momentos después, aprovechó de abrazar a cada uno de sus dirigidos con efusividad y un rostro que evidenciaba la emoción, siendo Mauricio Isla quien recibió las mayores muestras de cariño por parte del ex técnico de Universidad de Chile.
El grito "Ohhh Chile va al Mundial, al Mundial al Mundial, Chile va al Mundial" resonó en todo el camarín, mudo testigo de esta explosión de alegría. Varios de los afiches presentes en el vestuario - muchos con las figuras de los propios jugadores - fueron arrancados desde los muros por ellos mísmos, como muestra de euforia y alegría.
Además, botellas de champaña, fotografías y bromas entre el plantel abundaron en ese momento, en los cuales gran parte de los presentes participaron de manera activa.
Tras los 25 minutos en que se extendieron los festejos fue Paula, pareja del técnico trasandino, quien entregó un dato revelador. "Ojo, (Jorge) quedó enojado porque quería ganar por más", mientras que el hijo de Sampaoli, Alejandro, eufórico comentó que "mi papá es lo máximo. Y ahora quiere ser campeón del mundo. Ese es su objetivo".
Todo el plantel, ya en el centro del campo y ante la mirada de más de 40 mil fanáticos, levantó a Jorge Sampaoli en varias oportunidades hacia el cielo santiaguino, en una jornada donde la "Roja" inscribió su nombre en la historia.
