Roger Federer tiene ventaja de 18-16 en los enfrentamientos ante Novak Djokovic.
APSANTIAGO.- Agigantar la leyenda o recuperar la cima del ranking. Entre esas dos potentes alternativas se mueve la final de este domingo en Wimbledon, en la Roger Federer y Novak Djokovic vuelven a estar frente a frente por trigéstima quinta vez en la historia.
A sus 32 años un renacido Federer aspira a escribir una nueva página dorada en la catedral del tenis. Conquista su octavo título en el césped londinense y extender su récord favorable contra el serbio el que hoy se establece en 18-16.
Djokovic buscará impedirlo. "Estoy lleno de motivación para ganar esta final. Quiero ganar el título. Significaría mucho mentalmente para mí", anunció el serbio, que perdió sus últimas tres finales de Grand Slam y no se alza con un torneo grande desde el Abierto de Australia de 2013.
"No quiero que parezca que no aprecio llegar a una final de Grand Slam. Eso ya es un enorme resultado. Pero sé que puedo ganar el título. Debería haber ganado algunos partidos que perdí en finales de Grand Slams en los últimos años", confesó el número dos del mundo.
Y es que un triunfo signifcaría un premio doble para Djokovic, ya que además del trofeo garantizaría arrebatarle el número uno del mundo al español Rafael Nadal, eliminado en octavos de final.
En la otra vereda Federer ya aseguró subirse al tercer lugar de la clasificación sin embargo va por más. Siete veces campeón en Wimbledon el helvético intentará posicionarse en soledad como el máximo ganador del tradicional certamen británico por delante de Pete Sampras y el histórico William Rensham, un jugador que brilló a fines del siglo XIX.
El helvético intentará además extender a 18 su récord de títulos de Grand Slam y ampliar distancias frente al cada vez más amenazante Nadal que suma 14. "Ya ni recuerdo cuando fue mi última final de Grand Slam", bromeó el ex número uno, ausente de las grandes definiciones desde que conquistó Wimbledon 2012.
Pero el Federer versión es 2014 cada vez se parece más al de su mejores épocas. "Estoy feliz de volver a estar en la final. Debo decir que este año ha sido muy sólido para mí. Y este torneo también fue muy bueno. Mis partidos fueron bastante rápidos y una semifinal como ésta es claramente el resultado perfecto antes de un gran partido en la final", advirtió tras vencer el viernes al canadiense Milos Raonic.
La final también ofrecerá un atractivo duelo de dos entrenadores que marcaron una época en el tenis. El alemán Boris Becker, a cargo del serbio, y el sueco Stefan Edberg, colaborador del suizo, intentarán saborear el título desde un lugar diferente, 24 años después de la última de las tres finales consecutivas que jugaron en Londres.
Un condimento más de una final que, si bien no verá el fin de una maldición de 77 años, como hizo el local Andy Murray con su título de 2013, tendrá de todas formas su lugar asegurado en los libros del tenis.