SANTIAGO.- Tony Gallopin logró hoy su primera victoria en el Tour de Francia en Oyonnax, un terreno que conoce bien porque entrena cerca de esa ciudad y porque lo había reconocido durante la pasada primavera.
"Estuve entrenando en esta región con mi padre y mi novia (Marion Rousse, campeona de Francia en ruta en 2012) y me dijeron que fuera a reconocer esta etapa del Tour. Eso me ha ayudado mucho", aseguró el ciclista del Lotto.
"Sabía que poco antes de la meta había una cota que no estaba indicada en el premio de la montaña y que pocos ciclistas conocían. Así que ahí lo he intentado. Creo que conocer el terreno ha sido clave", agregó.
Gallopin se metió en el grupo de cuatro que afrontó con algo de renta los últimos kilómetros, junto con el checo Michael Sagan, el polaco Michal Kwiatkowski, el australiano Michael Rogers.
"Sabía que con ellos no tenía ninguna opción. Tengo una buena velocidad punta, y a veces por eso no ataco antes, pero al final siempre hay alguno que me gana. La victoria de hoy prueba que tengo que intentarlo más a menudo. Tengo que desacomplejarme", dijo el corredor de 26 años.
Se lanzó en solitario y logró entrar en la meta sintiendo en su espalda el aliento del pelotón, encabezado por el alemán John Degenkolb, que no ocultaba su rabia: "Me ha faltado un relevo más".
El francés, que logró la segunda victoria para su país, venció tras haber vestido en la etapa anterior el maillot amarillo de líder, el primero de un galo desde que en 2011 lo llevara Thomas Voeckler.
"No sé que me hace más ilusión. Creo que son cosas diferentes. El maillot amarillo lo venía pensando desde hacía días, fue más premeditado. Esto ha sido más inesperado, estoy más descolocado", aseguró.
El joven francés cedió el liderato en las duras rampas de La Planche des Belles Filles, donde confesó haber sufrido "un auténtico calvario".
Gallopin es ahora quinto de la general, a 3.12 del líder, el italiano Vincenzo Nibali, pero no se hace ilusiones con esa clasificación y asegura que sigue trabajando para el jefe de filas del Lotto, el belga Jurgen van den Broeck, décimo a 4.18.
"A mi mejor nivel, como mucho, sería décimo quinto en París. Tenemos a alguien capaz de subir al podium, creo que la opción está clara. Los Alpes me pondrán en mi lugar en la general", afirmó modesto.
Como sucediera el día que se vistió de amarillo en Mulhouse, el ciclista se acordó de su familia, de su tío Alain, director del equipo rival Trek pero confidente y consejero, pero también del malogrado Laurent Fignon, muy cercano a los Gallopin.
Su novia, que sigue la caravana porque es azafata y entrega normalmente el premio al más combativo de la jornada, no pudo ir a recibirle a la meta como hizo en Mulhouse, donde el beso que se dieron fue mil veces repetido por las televisiones del país.
En esta ocasión, la joven rubia estaba en unos estudios de televisión comentando la etapa y no pudo reprimir las lágrimas cuando vio el triunfo de su novio