Péraud (casco amarillo) y Pinot (blanco) esperan dar un nuevo salto de calidad en el próximo Tour.
AFPPARIS.- Jean-Christophe Péraud, joven veterano de 37 años, pero solo cuatro en el ciclismo en ruta, y Thibaut Pinot, un niño prodigio que comienza a combatir con los mejores, ambos protagonistas del podio del Tour 2014, hacen soñar a Francia con un renacer de su ciclismo.
Un año antes de que se cumplan 30 del último triunfo francés en la "Grande Boucle", el quinto de Bernard Hinault, la buena actuación de esos dos corredores ha borrado algunas marcas negras que iba sumando la bicicleta francesa.
Péraud y Pinot subieron al podio 17 años después de que lo hiciera Richard Virenque, como segundo de un Tour que ganó el alemán Jan Ullrich.
Lo hicieron defendiendo la misma bandera, algo que no sucedía desde la victoria de Laurent Fignon en 1984 secundado por Bernard Hinault.
Motivos para que Francia, que además acaba con tres ciclistas en el "top 10" y seis en el "top 20", mejor que ninguna otra nación, sueñe con un renacer de un deporte que hace muchos años que no le da alegrías.
"Todavía nos queda mucho camino para ganar el Tour. Pero la progresión es evidente", señala Pinot, mientras que Péraud remacha: "Nada es imposible".
El ciclismo francés celebra a dos corredores muy diferentes. Casi antagónicos. Dos trayectorias contrapuestas. Dos estilos. Dos sueños logrados.
El de Péraud es el de un señor maduro que llora como un niño, arrodillado en el asfalto de Périgueux tras acabar su contrarreloj del sábado como segundo de la general, tras el intocable Vincenzo Nibali.
Es la recompensa a una forma poco habitual de entender el ciclismo. "Yo nunca he corrido en carretera para ganar nada. Lo hacía para mejorar mis resultados", confiesa mirando al suelo, avergonzado casi de dirigirse a un auditorio pendiente de sus palabras.
Péraud tiene 37 años, pero el mundo del ciclismo en ruta le conoce sólo hace cuatro. Siempre ha estado a la sombra. En bicicleta de montaña conquistó un sólido palmarés, pero siempre por detrás del de su compatriota Julien Absalon, el "caníbal" de la disciplina.
A la ruta llegó sin hacer ruido. Se inscribió como aficionado en el campeonato de Francia contrarreloj y, acostumbrado a los sostenidos esfuerzos de la bici de montaña, dejó con un palmo de narices a los profesionales, entre ellos el especialista Sylvain Chavanel, para colgarse el oro.
Un hecho que no pasó desapercibido a los equipos de carretera. Fue el Omega Pharma belga el que se hizo con sus servicios, pero la cohabitación con el líder, Jurgen van den Broeck, fue tormentosa. Un año después abandonó el equipo por el francés AG2R.
En su primer Tour con su nuevo equipo, en 2011, fue noveno contra todo pronóstico, aunque dio entrevistas, porque todos los flashes dispararon en dirección de su compatriota Thomas Voeckler, cuarto.
Al año siguiente fue baja por un problema de salud, pero en 2013 volvió con fuerza y cuando se disponía a ser el mejor francés de la general sufrió una caída en la contrarreloj de Chorges que le obligó a retirarse siendo noveno.
Despistado, taciturno, algo mal encarado, serio, Péraud es ingeniero nuclear y con trabajo fijo en el grupo público Areva. No responde al perfil de una estrella mediática, pese a que su segunda posición en el Tour le obliga a ejercer de ello.
Capitán de la nueva generación
Menos ajeno al éxito parece Thibaut Pinot, un chaval de pueblo profundo del Franco Condado, criado en un pueblo, que habla como la gente de los pueblos.
Su mirada estaba perdida en el podio de París, como quien trata de grabar todas las imágenes en su retina para no perderse ninguno de los detalles del día más brillante de su carrera.
"Ahora empiezo a darme cuenta de lo que significa esto. Hay tanta gente...", afirmó.
Pinot está acostumbrado a vivir eventos históricos antes de lo que dicta la lógica. En 2012, en su primer Tour de Francia, cuando era el benjamín del pelotón, se marchó a conquistar la cima alpina de Porrentruy, cerca de su pueblo, para sorpresa general.
Con tan solo 22 años confirmó la gesta manteniendo la décima posición en la general final, lo que le convirtió en el más joven "top 10" de la ronda gala desde 1947.
Al año siguiente, sometido a una fuerte expectativa, se derrumbó por la presión, pero no dejó de creer en sus opciones.
Ahora es el portaestandarte de la nueva generación de ciclistas galos que hacen soñar al país. Le secunda Romain Bardet, que acabó el Tour sexto.
En la recámara tienen a Warren Barguil, de 22 años, para muchos el más talentoso de todos, ganador de dos etapas en la pasada Vuelta a España y al que su equipo, el Giant Shimano, no seleccionó para la ronda gala.