NUEVA YORK.- Ni la llegada a los despachos del "gurú" Phil Jackson, ni un nuevo entrenador, ni un plantel lleno de jugadores multimillonarios: los actuales New York Knicks son los peores de su historia.
El equipo de "La Gran Manzana" fue abucheado por sus exigentes -y deprimidos- aficionados en la noche del jueves, cuando perdieron por 90-87 ante los Cleveland Cavaliers en el Madison Square Garden.
Los Knicks sumaron su decimosexta derrota en 20 partidos. O lo que es lo mismo: firmaron el peor arranque de temporada regular en toda su historia.
Ahora mismo, los Knicks son un equipo al borde de un ataque de nervios. No encuentran la forma de ganar un partido igualado. Así lo constataron unos Cavaliers que no necesitaron hacer un buen encuentro para ganar.
Kyrie Irving lideró al conjunto de Cleveland con 37 puntos, su mejor marca de la temporada, y logró la canasta que al final decidió el choque. "Ganamos feo", reconoció el base.
Los Knicks tuvieron una jugada para igualar el partido y forzar la prórroga, pero la estrella del equipo, Carnelo Anthony, continuó con su ruinosa noche y erró un lanzamiento triple. La defensa de LeBron James (19 puntos y 12 asistencias) superó los movimientos de un Anthony que se marchó con nueve puntos después de una pobre serie de 15 errores en 19 lanzamientos.
"No estuve en ataque cuando me necesitaron. Creo que somos un equipo mejor que el que lleva ahora 4-16", se lamentó Anthony después de partido.
Llamó la atención la camiseta con la que el alero de los Kincks salió del vestuario. En ella se leyó: "Quiero más".
Los Knicks tiraron el encuentro cuando lo tenían en su mano. Con siete puntos de ventaja en el último cuarto, James asumió sus galones de líder y anotó cinco puntos gracias a un triple y un "mate" tras una pérdida de balón de José Manuel Calderón (tres tantos). A partir de ahí, los Knicks cometieron un cúmulo de errores que desembocó en la mala elección final de Anthony.
"Ellos jugaron mejor al final. Luchamos otra vez, pero no pudimos evitar la derrota", reconoció Calderón.
La cuestión es que los nuevos Knicks siguen siendo tan poca cosa -o incluso menos- que los de los años anteriores. Los escasos movimientos de Jackson en los despachos no se tradujeron en una mejora evidente del equipo y la llegada de Derek Fisher al banquillo tampoco supuso un revulsivo.
Mientras, veteranos como Anthony o Amare Stoudemire mantienen unos sueldos multimillonarios que actualmente no se corresponden con su rendimiento en la cancha.
"Los Knicks quieren más, pero no está claro cómo lo conseguirán", resumió hoy el diario "New York Times".
