La celebración fue con todo.
Paula Ruz, El Mercurio.SANTIAGO.- Si la celebración del paso a la final había sido emocionante y alocada, los festejos de Chile tras derrotar a Estados Unidos y conseguir el título del Mundial de Polo superaron todo lo anterior.
Y claro, con justa razón, ya que no todos los días una selección nacional tiene el privilegio de gritar campeón, y más aún de la forma que lo hizo esta "Roja": Dando vuelta el partido ante Estados Unidos y ganándolo con gol de oro en el chukker suplementario.
Por eso vale la pena recopilar cada detalle del caótico festejo que se vivió en el Club San Cristóbal. Todo comenzó tras el campanazo final. El triunfo de los nacionales desató la euforia de los hinchas locales.
De las más de ocho mil personas que estaban en el recinto de Vitacura, casi tres mil invadieron la cancha provocando un caos de marca mayor. Barreras al suelo, niños llorando, abrazos por doquier y fotografías en cualquier parte del campo. Todos querían inmortalizar ese momento histórico.
Pero eso fue sólo el principio. Mientras todo esto pasaba, los jugadores tenían su propia celebración. Con amigos, familiares, pololas e hijos, nadie podía quedar fuera de los festejos. La emoción era tanta que las lágrimas afloraban en cada uno de los miembros del plantel, incluidos los entrenadores Martín Zegers y Alejandro Vial.
La euforia subía con el pasar de los minutos, con los abrazos reiterados y con los c-h-i que cada vez se hacían más fuerte. La champaña tampoco faltó. Y el que no alcanzó, con una botella de agua o bebida se unía a la celebración.
Todos dispersos. Jugadores, cuerpo técnico o dirigentes vivían su propio festejo. Entre abrazos, lágrimas, fotografías o entrevistas a la prensa. Hasta que todos se unieron. Y ese fue el momento más emotivo de la jornada.
Los jugadores tomaron primero al técnico Alejandro Vial y comenzaron con el típico "manteo". Luego vino el turno de Martín Zegers, quien en cualquier momento caía al suelo entre la locura de sus pupilos que cada vez lo elevaban más alto. También fue víctima de esto Felipe Vercellino, la figura de la "Roja" en este Mundial.
La reunión siguió, pero ahora con los cánticos típicos de un monarca: "Sale campeón", "somos campeones otra vez" o "vamos chilenos que otra vez la copa es de papá". Todo en una batahola que sumaba cada vez más gente. Perfectamente eran mil personas las que colmaban el sector del fondo del la cancha principal.
Era tanta la locura que llegar a la ceremonia de premiación se veía cada vez más lejos, pero de la organización trataban de calmar la euforia y de llevar a los campeones al centro de la cancha. Hasta que lo lograron.
Y justo ahí la fiesta otra vez se encendió. Todos los monarcas subieron a un auto de uno de los auspiciadores y ahora el reggaetón acompañó los festejos. Al ritmo del "plakito" y de los bocinazos tomaron rumbo para recibir la copa de campeón.
Hasta que llegó ese momento. Subieron el escenario y todo el equipo chileno recibió el trofeo del décimo Mundial de Polo. Nuevamente el grito de campeón se escuchó en el Club San Cristóbal, aunque ahora con más fuerza que nunca.
Lentamente la jornada de la "Roja" llegaba a su fin, al menos en el recinto de Vitacura, pues seguramente la fiesta de estos campeones nacionales tiene para rato. Y bien merecido lo tienen.