Desolación por un tropiezo que los aleja de la corona.
PhotosportSANTIAGO.- Cuando el árbitro Roberto Tobar se llevó el pito a la boca para determinar el final del clásico universitario, la amargura y la desazón se instaló de un cachetazo en Universidad Católica.
Y es que al igual que en el duelo ante Cobresal, la UC otra vez no pudo imponerse en un choque trascendental para sus aspiraciones de lograr el título y por el contrario, terminó siendo humillada en casa por 4-2 ante su archirrival Universidad de Chile, quedando a cinco puntos de Cobresal.
En el palco principal, la cara de los dirigentes lo decía todo. El presidente de Cruzados, Luis Larraín, con su rostro parco y con la mirada perdida, daba a entender que el golpe propinado por los laicos fue un duro mazazo que derrumba la ilusión de campeonar.
La situación no era mejor en el camarín. Uno a uno fueron saliendo los jugadores tras quizás la ducha más larga en este torneo. El primero en abandonar el lugar fue el atacante Roberto Gutiérrez, quien avanzó con la cabeza gacha sin esbozar intención de diálogo.
Luego prosiguió el paso silente de los integrantes del plantel. José Luis Muñoz, Darío Bottinelli, Walter Ibáñez, Fernando Cordero y los no citados Álvaro Ramos, Marko Biskupovic, Cristopher Toselli y Franco Costanzo, pasaron en total silencio.
Un cercano al plantel local aseguró a Emol que "la derrota afectó mucho por lo que se estaba jugando".
Ese dolor por el traspié quedó reflejada en el referente y capitán de los cruzados Cristián Álvarez, quien se retiró con un rostro que dejaba entrever el profundo daño que generó el resultado al interior del equipo. El defensa tampoco se acercó a los micrófonos.
Hasta que el lateral Pablo Álvarez fue el primero en sacar el habla. Luego se sumaron al uruguayo Mark González, Fabián Cerda y la figura de los cruzados, Michael Ríos.
Todos coincidieron en la necesidad de sumar una victoria ante Unión La Calera el próximo viernes. Y en ese sentido el técnico Mario Salas tendrá una dura misión para levantar a un camarín devastado por una caída que caló hondo.
"Ya mañana tenemos que pensar en Calera, un rival muy complicado. Mañana hay que ir con todo para lo que viene. No vamos a perder la esperanza y la fe de luchar por el campeonato", fue el mensaje del DT cruzado.
Palabras que pueden parecen un mal consuelo para un elenco que nuevamente vio como se le escapaba la oportunidad de meterse de lleno en la carrera por el título, pero a las que Salas se aferra para mantener encendida la ilusión hasta el final.