SANTIAGO.- El gobierno militar brasileño, así como varios empresarios, dieron amplio apoyo y tuvieron activa participación junto a los golpistas que derrocaron al presidente Salvador Allende en 1973, según revelan documentos confidenciales divulgados hoy por el diario brasileño "O Estado de Sao Paulo".
Según la información, los militares brasileños, que gobernaron Brasil entre 1964 y 1985, "asesoraron" a sus pares chilenos y llegaron a participar del término del gobierno de Allende, que preveía la acción de un movimiento de resistencia armada con formato de guerrilla.
Los documentos revelan que el ex presidente militar brasileño Emílio Garrastazu Médici (1969-1974) ordenó el 13 de septiembre de 1973, dos días después de perpetrado el golpe de Estado en Chile, que Brasil se convirtiera en el primer país a reconocer la Junta Militar liderado por el entonces jefe de las Fuerzas Armadas del gobierno de Allende, Augusto Pinochet.
"Es cierto decir que el nuevo gobierno de Chile encontrará en Brasil un poderoso aliado", escribió al recibir el espaldarazo de los militares brasileños el entonces encargado de negocios chileno en Brasilia, Rolando Stein, quien había asumido tras la renuncia del embajador de Allende en Brasil, Raúl Rettig.
Paralelamente, desde antes de concretarse el golpe, empresarios brasileños enviaban dinero a grupos ligados a la derecha chilena y el entonces embajador brasileño en Santiago, Antonio Cándido da Camara Canto, colaboraba para derrocar a Salvador Allende.
Asimismo, tras ser derrocado el presidente socialista, militares brasileños fueron enviados al Estadio Nacional y otros centros de represión y tortura del flamante régimen, para asesorar a sus pares chilenos.
En tanto, telegramas diplomáticos que se encuentran en Chile, a los que tuvo acceso el rotativo brasileño, indican que la colaboración brasileña con la dictadura chilena llegó incluso a ofrecerle ayuda para organizar "un movimiento de resistencia armada (...) estructurado en forma de guerrilla (...) contra el 'peligro rojo'".
La revelación consta en un telegrama "estrictamente confidencial", en el cual un periodista chileno alertó al embajador de Allende en Brasilia que había sido contactado por un "general brasileño amigo", quien le pidió ayuda para llevar adelante el plan.
Un mes después de enviado ese telegrama, un oficial brasileño "con ideas políticas de izquierda", vinculado al servicio de informaciones del Ejército, informó a la embajada chilena en Brasilia que dentro del Ministerio del Ejército, en Río de Janeiro, funcionaba un centro de operaciones, que trabajaba con maquetas de la Cordillera de los Andes y mapas, en el que se estudiaba y planificaba una guerrilla anticomunista en Chile.
Los brasileños, según "O Estado", participaban de esa conspiración como instructores, puesto que los combates serían protagonizados por civiles chilenos.