TOKIO.- Hirohito no era ningún títere de sus militares, estuvo estrechamente involucrado en la conducción de la guerra, y él mismo y las autoridades norteamericanas de ocupación crearon el mito del emperador pasivo, lo que contribuyó a establecer el principio de impunidad para los jefes de estado, sostiene un libro recién publicado.
Las fuerzas de ocupación estadounidenses se encargaron de impedir que recayera ningún baldón de culpabilidad sobre Hirohito en los juicios de Tokio por los crímenes de guerra, actitud que creó más problemas que los que solucionó, dice Herbert Bix en "Hirohito y la construcción del Japón moderno", publicado por HarperCollins.
Según el autor, esta política no solamente permitió a los japoneses rehuir la responsabilidad nacional por su papel en la guerra, sino que contribuyó al principio de la impunidad para los jefes de estado.
Dijo que ese principio es puesto hoy a prueba con intentos como el de juzgar al general Augusto Pinochet por abusos a los derechos humanos cometidos durante su régimen de facto en Chile.
Las conclusiones de Bix sobre el papel del emperador en la Segunda Guerra Mundial y la agresión japonesa en Asia en los años 30 y 40, como también sobre los esfuerzos del gobierno estadounidense por protegerlo posteriormente, no son totalmente novedosas.
Pero documenta su argumentación minuciosamente, incluyendo pasajes de diarios y memorias de allegados a Hirohito, y sintetiza décadas de investigaciones de expertos y periodistas japoneses.
Bix todavía no halló un editor japonés. A los japoneses todavía les cuesta discutir las responsabilidades de la guerra y prefieren considerarse víctimas que agresores. Además son raras las críticas a Hirohito.
Un vocero de la Agencia de la Casa Imperial se negó a comentar el libro aduciendo que, según su entender, nadie en ella había leído el libro ni estaba enterada de su contenido.