WASHINGTON.- Se trata nada menos que la primera prueba de fuego para el presidente electo George W. Bush: Mantener o no su respaldo a su secretaria designada de Trabajo Linda Chávez a pesar de la revelación de que le dio albergue a una inmigrante ilegal guatemalteca durante un año.
La polémica podría servir como un examen adelantado de la estirpe presidencial de Bush, quien enfrenta una creciente oposición a otros dos designados miembros de su gabinete.
Por ahora, el ex gobernador de Texas ha sacado a relucir sus cualidades de lealtad, con apenas una poca de pragmatismo político, que muchos observadores estiman será lo que prevalecerá a la hora de una decisión final.
"Continúo confiando en Linda, es una buena persona. Será una buena secretaria del gabinete", declaró ayer Bush en Austin, Texas.
Pero el apoyo de Bush estuvo lejos de ser incondicional. Bush utilizó frases que le pueden servir como tabla de salvación en el caso de que la postulación de Chávez inevitablemente zozobre: "según he leído" y "por lo que tengo entendido".
Sus allegados dicen que Bush usa esas frases por si acaso las explicaciones de Chávez no surten efecto ante el escrutinio de la oposición demócrata.
Bush "procurará observar cómo se manejan los hilos de la política en este caso y en sus otras designaciones polémicas antes de tomar una decisión", comentó el analista política de la Universidad de Texas, Bruce Buchanan.
Chávez, una prominente abanderada del ala conservadora del Partido Republicano, dio alojamiento y dinero a la guatemalteca Marta Mercado.
Según Mercado, Chávez sabía que ella era ilegal, pero tal aseveración fue negada por un portavoz de Bush. La ley federal prohibe dar empleo a inmigrantes indocumentados.
La cuestión hace recordar el caso de las dos candidatas al cargo de secretaria de Justicia planteadas por el Presidente Bill Clinton al comienzo de su gobierno. Ambas candidaturas fueron descartadas al conocerse que ambas mujeres no pagaron los impuestos de Seguro Social a niñeras que habían empleado.
Los asesores de Bush rechazan cualquier similitud con los casos de Baird y Kimba Wood y alegan que Chávez nunca empleó a Mercado.
Alegan que las acciones de Chávez fueron motivadas por un "gesto de compasión".
Chávez le dijo a los asesores de Bush que desconocía que Mercado estuviera en el país ilegalmente hasta que la mujer abandonó su casa.
Sin embargo, Mercado declaró al diario "The Washington Post" que ella le informó a Chávez de su condición de ilegal tres meses después de estar viviendo en la casa de ésta, a finales de 1991.
Una amiga de Chávez, Abigail Thernstrom, le dijo al diario "The New York Times" que en base a su memoria de los hechos, Chávez estaba al tanto de que Mercado era una ilegal.
Chávez, como el resto de los candidatos al gabinete de Bush, se les pidió revelar sus antecedentes sobre cualquier contratación de empleados domésticos. Inicialmente, Chávez no mencionó a Mercado al parecer porque pensaba que la mujer nunca fue empleada suya.
Hasta ahora Bush ha defendido a Chávez, pero su lealtad tiene límites. Tampoco irá a los extremos de defender a alguien que no le fue del todo honesto, según afirman sus asesores.
En su campaña presidencial, Bush resistió las críticas y mantuvo en sus puestos a sus allegados más estrechos.
"Pero esta no es la misma situación. Chávez fue escogida para complacer a los conservadores y no es cercana al círculo de Bush. No hay lealtad de por medio", observó Buchanan.
"Lo que está en juego es el deseo de Bush de no verse acorralado por la presiones políticas de una polémica. Quizá se verá forzado a quitarle el respaldo pero seguramente no lo hará al menos que las fuerzas políticas sean muy fuertes", añadió.