QUITO.- En medio de protestas callejeras pequeñas en ocho provincias de Ecuador, pero con crecientes brotes de vandalismo protagonizados por enmascarados armados, el gobierno del presidente Gustavo Noboa denunció hoy "intentos de desestabilización", aunque se negó a identificar a los presuntos complotados.
"Hay intereses muy oscuros detrás de todos estos actos", aseguró el ministro del Interior, Juan Manrique, al comentar la sexta jornada de desórdenes callejeros por el ajuste económico del 27 de diciembre, que hasta hoy dejaron un saldo de 451 detenidos.
El ministro hizo su denuncia 24 horas después de que el Presidente Noboa advirtió, en tono exaltado, que "a mí no me va a amedrentar ese señor", en referencia al banquero Roberto Isaías, que está prófugo de la justicia pero que todavía controla un enorme grupo económico. "No, señor Isaías, a mí no me va a hacer correr", agregó.
Los banqueros prófugos, a quienes se acusa de la crisis financiera de 1999, que virtualmente arrasó la clase media ecuatoriana, estarían interesados en crear un clima de caos para desvanecer los procesos en su contra. Al menos 39 banqueros tienen juicios pendientes.
Las protestas callejeras pretenden presionar al gobierno para que anule el ajuste económico, que incluyó aumentos de 23 por ciento en los combustibles, de hasta 75 por ciento en el transporte terrestre y la duplicación del precio del gas.
"El ajuste es inamovible", declaró hoy el portavoz presidencial, Alfredo Negrete. Las alzas fueron decididas tratando de equilibrar las cuentas fiscales, que están sufriendo la caída del precio mundial del petróleo, que es la principal fuente ecuatoriana de ingresos.
Las protestas no han logrado extenderse porque las organizaciones indígenas no se unieron a la "movilización nacional" promovida por el Frente Popular, de línea maoísta.