USHUAIA, Argentina.- Las malas lenguas dicen que allí estuvo detenido Carlos Gardel, pero sus paredes sólo pueden dar cuenta del paso de otros habitantes, desde presos políticos hasta algunos de los asesinos más sanguinarios de la historia argentina.
Ahora, el antiguo presidio de la patagónica Ushuaia, la ciudad más austral del mundo ubicada unos 3.040 kilómetros al sur de Buenos Aires, es un enorme museo donde los turistas caminan por los gélidos pasillos que hasta hace poco más de medio siglo eran transitados por peligrosos delincuentes.
"Hay una versión que dice que Gardel estuvo preso entre 1905 y 1907 en el presidio de Ushuaia por trata de blancas. Según historiadores, el cantante traficaba mujeres para prostituir", relató a Reuters Horacio García, investigador y guía del actual Museo del Presidio de Ushuaia.
Esta historia, aunque no muy difundida, sigue generando polémica entre los seguidores de Gardel, que prefieren recordar al llamado "zorzal criollo" como la mejor voz de todos los tiempos.
Como éste, el presidio esconde otros secretos muy bien guardados desde su instalación en 1886 -cuando nació como colonia penal para hombres y mujeres- hasta su cierre en 1947.
El penal, erigido a pocos metros del Canal de Beagle en una zona donde la temperatura mínima puede cruzar los 10 grados celsius bajo cero, albergó hasta 700 de los más peligrosos criminales reincidentes y presos políticos del país.
Entre ellos estuvo uno de los delincuentes más crueles de la historia argentina, Cayetano Santos Godino -alias el "Petiso Orejudo"-, quien fue condenado con apenas 16 años como "degenerado hereditario" por ahorcar al menos a cuatro niños e insertarles un clavo en la sien para liquidarlos, dijo García.
Pero, la prisión también albergó a presos políticos, como el anarquista ucraniano Simón Radowinsky, quien asesinó a principios de 1900 a un jefe de la policía que había liderado una represión contra militantes de izquierda en la Patagonia.
Radowinsky fue el único preso que logró fugarse del penal, aunque fue recapturado 29 días después.
Una ciudad que nacio del penal
La cárcel, que mantiene varias de sus partes tal como estaban hace un siglo, fue construida por los mismos presos, en un intento del presidente de ese entonces por poblar una región que estaba en manos de indígenas y misioneros anglicanos, explicó Oscar Zanola, director del Museo del Fin del Mundo.
"En 1885, Ushuaia tenía tan solo 39 casas, 39 familias y 131 habitantes no indígenas", describió el experto.
En ese momento, el presidio era considerado de alta seguridad por las paredes externas de sus celdas, de unos 45 centímetros de espesor, el inhóspito paraje y el clima.
Dentro del penal, las celdas se repartían en cinco alas, que formaban una especie de abanico que confluían en un patio central desde el cual los guardiacárceles controlaban los movimientos de los presos a través de un panóptico.
Relaciones peligrosas
El presidio siempre funcionó de acuerdo a un régimen especial de puertas abiertas, ya que los presos eran obligados a trabajar tanto dentro como fuera de las instalaciones en la construcción de calles, hospitales y edificios públicos.
De esta manera, el penal fue sede de la primera panadería de Ushuaia, de la usina termoeléctrica que proveía de luz eléctrica al pueblo, de la primera imprenta, además de carpinterías y zapaterías, entre otros departamentos.
En la cárcel, los presos aprendían un oficio, que en muchos casos les daba un medio de vida cuando cumplían sus penas.
"Como consecuencia de la instalación del penal se fue armando la población", relató Julio Canga, un poblador de Ushuaia de 72 años cuyo padre daba carpintería a los presos.
"Era muy impresionante ver a muchos presos todos juntos, vestidos con sus trajes a rayas azul y amarillo. Una vez yo estaba en el colegio y mientras trabajaban ahí uno intentó fugarse. Me dio mucho miedo", agregó.
Además de realizar trabajos dentro y fuera del presidio, unos 40 presos también recorrían los alrededores en busca de leña para calefaccionar la cárcel y alimentar la usina.
Al principio, los reclusos talaban las lengas, los árboles típicos de la región, cercanas al presidio, pero a medida que se fueron extinguiendo debieron extender su radio de acción.
Así fue como nació el llamado "Tren del fin del mundo" o "Trencito de los presos", con locomotora a vapor y vagones donde cargaban todos los árboles que talaban.
El tren salía del presidio a la 07.30 de la mañana, atravesaba la ciudad hasta unos 14 kilómetros dentro de un parque nacional y regresaba a las cinco de la tarde.
Una programa turístico recrea hoy el tren a vapor y realiza el recorrido que hacían los presos entre lagos, bosques y cascadas dentro del parque nacional más austral del mundo.
En 1947, el objetivo del penal fue extinguiéndose, al tiempo que Ushuaia se hacía más independiente de sus habitantes de "traje a rayas". En 1947 una reforma carcelaria puso punto final al presidio, que se convirtió en una base de la Armada y posteriomente en un museo.