NAIROBI.- La supuesta muerte del Presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Laurent Kabila, quien sufrió este martes un atentado en su residencia en Kinshasa, ha tomado por sorpresa a los grupos rebeldes que tratan de derrocarlo y que se hallan en plena reestructuración de alianzas.
Una facción de la Agrupación Congoleña para la Democracia (ACD), encabezada por Ernest Wamba di Wamba, y el Movimiento de Liberación del Congo (MLC), liderado por Jean Pierre Bemba, todavía no han concluido la fusión propuesta por el Gobierno de Uganda, que los respalda militarmente.
La unión de los dos grupos fue negociada durante las dos últimas semanas por ambos líderes en la capital ugandesa, pero no puede concretarse por qué Wamba di Wamba rechaza supeditarse a Bemba.
El plan ugandés es crear un nuevo grupo denominado Frente Congoleño de Liberación (FCL) que sería presidido por Bemba, un rico empresario durante la dictadura de Mobutu Sese Seko en el entonces Zaire, con Wamba di Wamba, un ex profesor universitario de historia, como su segundo al frente de la agrupación.
El jefe del servicio de inteligencia militar ugandesa, coronel Noble Mayombo, declaró el pasado lunes al diario oficialista New Vision que su país desea "un movimiento rebelde unido en la RDC, que controle un territorio que le permita mantenerse económicamente para continuar un programa de acción contra el enemigo".
Pero el grupo de Wamba di Wamba, debilitado por la escisión de la ACD, quiere un mayor protagonismo en el futuro frente que planea dirigir Bemba, cuyas milicias están a las puertas de Mbandaka, ciudad estratégica a unos 500 kilómetros al norte de Kinshasa.
Uganda retiró en agosto pasado parte de sus tropas del territorio congolés, después de que en junio éstas se enfrentaran en Kisangani (noreste de la RDC) con las de Ruanda, que apoyan a la facción de la ACD dirigida por Emile Ilunga desde Goma, en la provincia oriental de Kivu.
La elección de Ilunga en mayo de 1999 fue la causa de la escisión del movimiento rebelde y el desplazamiento de Wamba di Wamba a Kisangani. Las tropas ruandesas entraron en la RDC hace cuatro años, después de que el Gobierno de la etnia tutsi instalado en 1994 en Kigali decidiera acabar con las milicias rebeldes hutus refugiadas en el país vecino.
El Gobierno hutu derrocado ese año fue responsable del genocidio de Ruanda, en el que murieron cerca de 800.000 tutsis y miembros moderados de su propia etnia. Los rebeldes congoleños, que son en su mayoría de origen tutsi ruandés, se sublevaron en agosto de 1998 contra el régimen de Kabila, a quien habían ayudado a derrocar a Mobutu.
Entre julio y agosto de 1999 los rebeldes y sus mentores ugandeses y ruandeses firmaron en Lusaka (Zambia) un tratado de paz con el Gobierno de la RDC y sus aliados militares, Angola, Zimbabue y Namibia, que acudieron en ayuda de Kabila cuando aquellos estaban a punto de entrar en Kinshasa.
El nuevo Gobierno de la RDC encabezado por Joseph Kabila, quien ha heredado de su padre la guerra civil, depende del poderío militar de sus aliados para mantenerse en el poder. El "Acuerdo de Lusaka" fue violado por todos los firmantes desde el mismo día en que debía entrar en vigor, lo que ha imposibilitado la ubicación de los 5.537 cascos azules de la fuerza internacional de paz aprobada en diciembre de 1999 por el Consejo de Seguridad de la ONU.