Berlín, 20 nov (dpa) - El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, se ve expuesto a nuevas acusaciones por su pasado de izquierdista radical violento.
Fischer habría declarado el martes ante la Audiencia Territorial de Francfort que la ex terrorista de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Margrit Schiller, nunca vivió en su casa. El responsable habría precisado que nunca fue un "posadero" de terroristas.
La versión del ahora ministro choca con los recuerdos de la propia Margrit Schiller, que en la autobiografía que publicó en 1999 afirma que vivió durante unos días en una comuna de Francfort, en la que también vivía Fischer.
Schiller fue acogida por la comuna de Fischer en abril de 1973, al recuperar la libertad tras un año y medio de cárcel por colaboración con una asociación criminal -la RAF-, posesión indebida de armas y falsificación de documentos.
En 1985 -y tras otros cinco años de prisión entre 1975 y 1979- abandonó Alemania y se asiló en Cuba. En 1992 se trasladó a Uruguay, donde trabajaba hasta el pasado año como profesora de alemán.
En una entrevista que publicó el pasado año un diario berlinés, Schiller recordó que compartió el techo con Fischer. "En aquella época -1973- era igual que hoy; un tío que estaba primordialmente interesado en el poder".
Mientras, el ex presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) Oskar Lafontaine se sumó al coro de críticas que ha recibido Fischer.
En una columna del diario "Bild", Lafontaine afirma que Fischer no estuvo en lo justo cuando lanzó piedras en manifestaciones violentas.
"Cuando siguió a Madeleine Albright y mandó tirar no cócteles molotov, sino bombas, en la Guerra de Kosovo, no tuvo el derecho internacional de su lado", escribió Lafontaine.
El legislador Rezzo Schlauch, que pertenece al igual que Fischer al partido "Los Verdes", arremetió contra la derecha. "La oposición busca (...) acabar con Fischer" y tumbar así la coalición de gobierno.