MADRID.- El resultado de las elecciones anticipadas convocadas este martes en el País Vasco para el próximo 13 de mayo es aún difícil de predecir. Pero no cabe duda de que serán los comicios más disputados desde que en esta comunidad del norte de España entrara en vigor el Estatuto de Autonomía hace ya casi 22 años.
Desde las primeras elecciones regionales, celebradas en marzo de 1980, al frente del gobierno siempre ha estado el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Puede que eso siga así. Pero también es posible que las fuerzas no nacionalistas por primera vez obtengan una mayoría suficiente como para formar Ejecutivo. Al menos algunas encuestas así lo auguran.
Los frentes sí parecen claros. Por un lado están el PNV, su actual socio de gobierno Eusko Alkartasuna (EA/Solidaridad Vasca) y, quizás, Euskal Herritarrok (EH/Ciudadanos Vascos), la plataforma considerada el brazo político de la organización separatista ETA. Y, por el otro, el conservador Partido Popular (PP), que gobierna en Madrid, el Partido Socialista de Euskadi (PSE) y, seguramente, la conservadora Unidad Alavesa (UA).
Aún no se ha hecho oficial, pero se da por hecho que el PP, la segunda fuerza más votada en el País Vasco, postulará como candidato al actual ministro español del Interior, Jaime Mayor Oreja. De origen vasco -nació en San Sebastián hace 49 años-, para nacionalistas e independentistas es el "enemigo número uno". Para los cargos públicos de su partido en el País Vasco, especialmente castigados por el terrorismo de ETA, es, en cambio, la gran esperanza.
Entre las llamadas fuerzas constitucionalistas, es decir aquellas que están en contra de la independencia y apuestan por el estatuto de autonomía que la Carta Magna otorga al País Vasco, la impresión generalizada es que ya ha llegado la hora de que los no nacionalistas formen Gobierno. A su manera de ver las cosas, un "lehendakari" (jefe del Ejecutivo regional) no nacionalista acabará con la "tibieza" que en su opinión caracteriza a los actuales gobernantes de cara al grupo armado y contribuirá a poner fin al clima de miedo y amenazas que se respira en el País Vasco.
Entre los nacionalistas, en cambio, predomina la opinión de que un Presidente del gobierno vasco no nacionalista contribuirá sólo a profundizar el ambiente de enfrentamiento y que el efecto podría ser un recrudecimiento del terrorismo etarra.
En las pasadas elecciones, que tuvieron lugar el 25 de octubre de 1998, las fuerzas nacionalistas ya habían perdido terreno respecto a las no nacionalistas. Y eso que los comicios se celebraron en un clima de esperanza debido a que un mes antes ETA había declarado una tregua indefinida (que rompería en diciembre del año siguiente), producto precisamente de un acuerdo entre el PNV, EH, EA y otras organizaciones nacionalistas conocido como el Pacto de Estella.
Esta vez, y si no hay una evolución inesperada, las elecciones tendrán lugar en medio de la ofensiva terrorista que mantiene el grupo armado y que desde el final de la tregua ya ha costado la vida a 24 personas.
Durante meses, el actual Presidente del gobierno vasco, Juan José Ibarretxe, rechazó la posibilidad de adelantar los comicios. Pero, al final, tuvo que rendirse a las evidencias. Su gobierno está en franca minoría desde que, a raíz de los atentados de ETA, rompiera el pacto de legislatura que mantenía con los independentistas de EH y éstos abandonaran la Cámara en septiembre del año pasado. Desde entonces, el gobierno de Ibarretxe no ha logrado aprobar ningún proyecto de ley importante.