WASHINGTON.- La pasión por saltarse la seguridad de los aparatos de inteligencia pudo influir en las actividades de espionaje para Moscú del agente del FBI Robert Hanssen, todo un experto en la tecnología del contraespionaje.
La destreza de Hanssen, acusado de espiar desde 1985 para la ex Unión Soviética y Rusia, era reconocida en la Oficina Federal de Investigación (FBI) y estuvo a punto de delatarle a principios de la pasada década, informaron hoy fuentes del gobierno.
Las autoridades del FBI descubrieron a principios de los años 90 que Hanssen había conseguido entrar como pirata a la computadora principal en la que el FBI tiene sus archivos sobre el espionaje contra Rusia.
En aquel momento, 1992 ó 1993, el FBI y la CIA (Servicio Central de Información) andaban tras la pista de que había un funcionario de la inteligencia estadounidense trabajando en favor de Moscú, según el diario "USA Today".
Hanssen, sin embargo, no ocultó su incursión, indicó que sólo quiso demostrar la vulnerabilidad del sistema de la oficina central del FBI y nunca fue considerado como "sospechoso".
La computadora a la que como "pirata informático" penetró Hanssen -de 56 años- pertenecía a Raymond Mislock, entonces responsable en el FBI del contraespionaje hacia Rusia.
Aquella investigación de principios de la pasada década ayudó a descubrir en 1994 que el entonces agentes de la CIA Aldrich Ames informaba secretos estadounidenses a los rusos, pero no abrió la puerta a una investigación formal en contra de Hanssen.
En momentos en que el FBI admite que será muy difícil determinar el alcance de los secretos suministrados por Hanssen a Moscú, sus ex colegas afirman que el supuesto doble espía tuvo un acceso muy amplio a los archivos y avances tecnológicos del contraespionaje.
"Hay sólo un pequeño grupo de personas que tienen que saber todo (métodos, técnicas y objetivos). Y él (Hanssen) era uno de ellos", indicó David Major, que fue supervisor y compañero de trabajo del arrestado agente del FBI durante 20 años.
Major, un ex enlace del FBI con la Casa Blanca de Ronald Reagan, afirmó que Hanssen tuvo un acceso ilimitado a los archivos del Consejo de Seguridad Nacional, la CIA y otras oficinas del aparato de inteligencia estadounidense.
Veteranos colegas de Hanssen le recuerdan por su capacidad para programar las computadoras en dos lenguajes -C y Pascal- y automatizar el teletipo de la oficina central del FBI para recibir los cables enviados por sus agentes.
El desafío personal que le suponía a Hanssen el contraespionaje no guarda relación con el dinero que obtuvo: unos 600.000 dólares en efectivo, 50.000 en diamantes y unos 800.000 dólares en una supuesta cuenta secreta en Moscú que probablemente nunca existió.
El propio Hanssen, con seis hijos y vinculado al grupo católico conservador "Opus Dei", según el diario "Washington Post", reconoció en sus comunicaciones a sus contactos moscovitas que no podía sacar partido a grandes cantidades de dinero.
El Comité de Asuntos de Inteligencia del Senado de EE.UU. comenzará a investigar el caso de Hanssen la semana próxima, en una audiencia, a puerta cerrada. "La idea es ver cómo podemos prevenir esta situación", indicó el senador demócrata Bob Graham.
La Casa Blanca, por su parte, estudia una propuesta que dejó pendiente el ex presidente Bill Clinton para crear el puesto de "zar" del contraespionaje, que se encargaría de repensar las labores de las oficinas de inteligencia de EE.UU..
Por años, comités legislativos y funcionarios del Departamento de Justicia han propuesto establecer pruebas periódicas de polígrafos. Hanssen fue sometido a un examen de esos cuando fue contratado hace 25 años, pero nunca más tuvo que pasar esa prueba.
Los que han tenido algún acceso a la investigación del FBI contra Hanssen dicen que lo más espectacular de este proceso judicial será conocer quién le delató.
Todas las fuentes coinciden, como ya se ha indicado, que el delator debió de haber sido un doble agente del lado ruso, pues el FBI tiene en su poder todo un archivo de las comunicaciones entre "Ramón" ó "B" -los supuestos alías de Hanssen- y Moscú.
"La verdadera historia es cómo conseguimos todo ese material", dijo al diario "The Washington Post" un ex funcionario del Gobierno estadounidense que participó en una sesión informativa sobre el caso de Hanssen.