YAKARTA.- Tras advertir que Indonesia se desintegrará si lo remueven, el Presidente Abdurrahman Wahid prometió enérgicamente este lunes neutralizar la ola de protestas de que ha sido blanco y que desencadenó una pronunciada caída en los mercados financieros.
"No renunciaré", afirmó mientras unos 12.000 estudiantes opositores rodeaban el palacio presidencial y en un momento impidieron a los funcionarios salir del complejo. "Debo preservar la integridad de Indonesia. En el momento en que yo deje el cargo, Aceh, Riau, Ambon, Maluku, Irian Jaya y ... Madura proclamarán su independencia", dijo enumerando los focos de conflicto.
Desde hace semanas Wahid ha sido presionado a renunciar después que lo censuró el parlamento nacional, que además amenazó abrirle juicio político por dos escándalos de corrupción. Por su parte los legisladores censuran abiertamente su estilo imprevisible y le acusan de no lidiar con los numerosos problemas nacionales, incluyendo los episodios de violencia entre distintas comunidades.
Las presiones se intensificaron en las últimas semanas después que el presidente decidió continuar una gira por el exterior mientras más de 450 colonos eran masacrados por tribeños dayak en la isla de Borneo.
La inestabilidad política ha alarmado a los inversionistas e hizo caer este lunes la divisa nacional y la bolsa de valores. Ambos cayeron a sus menores niveles en dos años. El principal índice bursátil en la bolsa de Yakarta perdió casi un 5 por ciento y la rupia indonesia cayó 12 por ciento hasta que el banco central invirtió unos 50 millones de dólares para apuntalar la divisa.
Al caer la noche la manifestación de protesta frente al palacio nacional se disolvió pacíficamente. Pero los analistas opinaron este lunes que las protestas se repetirán y que la situación política de Wahid se deteriora día a día.
"Se está desesperando", dijo Dede Oetomo, profesor de política en la Universidad Airlangga. "Pero no creo que renuncie. Tendrá que ser obligado a irse".
Wahid, que está casi ciego y debilitado por una serie de apoplejías, subió al poder hace 17 meses como primer jefe de estado indonesio elegido libremente en 44 años. Pero las esperanzas que había suscitado al prometer reformas democráticas y económicas no se han materializado en medio de las crecientes disputas políticas.