CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa ha vuelto a condenar a la mafia siciliana, afirmando que sólo derrotándola será posible sacar a la luz los muchos valores que caracterizan a la gente de Sicilia, y ha pedido a los laicos que se comprometan en política y no circunscriban sus acciones sólo a la comunidad cristiana.
La condena, informó hoy el Vaticano, la hizo en el mensaje enviado a los obispos sicilianos, que celebran estos días en Acireale (cercana a Catania, este de la gran isla mediterránea) el IV Congreso de las Iglesias de Sicilia.
"Sicilia aún necesita de Cristo para liberarse de los males que la afligen, comenzando con el más grave, que es la mafia y que yo mismo he condenado. Sólo derrotando a estas fuerzas negativas será posible que salgan a la luz los muchos valores humanos que caracterizan a la trabajadora gente siciliana", manifestó el Obispo de Roma en su misiva.
Esta no ha sido la primera vez que el Pontífice condena a la mafia. Lo ha hecho en numerosas ocasiones, destacando entre ellas las duras palabras que pronunció contra la delincuencia organizada durante sus visitas a la isla en 1993 y 1995.
En 1993 cuando visitaba la localidad sureña de Agrigento y teniendo como fondo el inigualable Valle de los Templos, el Papa, con voz enérgica, les exigió arrepentirse.
Su ya famosa "pentitevi" (arrepentíos) y la condena del sistema mafioso fueron, según algunos magistrados italianos, lo que llevó a Cosa Nostra, para vengarse, a colocar meses más tarde varias bombas contra la basílica romana de San Juan de Letrán y la iglesia también romana de San Giorgio Al Velabro, que quedó destruida.
En 1995, durante su estancia en Palermo, el Papa afirmó que no era posible una nueva cultura de espaldas a Dios y a su moral.
Respecto a los laicos, Juan Pablo II dijo en su mensaje que no deben circunscribir sus acciones sólo a la comunidad cristiana, sino que deben anunciar y testimoniar a Cristo en la sociedad de la que formen parte.
Están llamados, precisó, a trabajar en la familia, en la escuela, en el ámbito de la cultura y de las comunicaciones sociales, en la economía, en el mundo del trabajo, en la política, en el arte, en el campo de la salud, en el deporte, en el turismo y junto a los marginados y a los inmigrantes.
"No pueden faltar las iniciativas de los laicos en las sedes donde se decide la suerte de la vida y de la persona, de la familia y de la misma sociedad", subrayó el Papa.
El Pontífice también manifestó en su carta que los laicos tienen la obligación de divulgar el Evangelio y evitar que la comunidad cristiana quede reducida a una "agencia social".