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Con una fiesta reciben a comandantes zapatistas en Oventic

La base zapatista es una de las comunidades que visitarán los 24 comandantes del EZLN en una especie de "mini zapatour", para informar a sus bases sobre los resultados de la marcha a la capital mexicana el pasado 28 de marzo.

02 de Abril de 2001 | 12:13 | Reuters
OVENTIC, México.- Por primera vez desde que la guerrilla zapatista se levantó en armas en Chiapas hace siete años, las zonas bajo influencia rebelde hicieron a un lado su carácter beligerante y el domingo vivían un ambiente de fiesta.

Desde la noche del sábado, los habitantes de Oventic, una de las bases del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), comenzaron a celebrar la inminente llegada de sus 24 comandantes, tras su histórica aparición ante la máxima tribuna del Congreso el miércoles, en la capital mexicana.

Oventic, cuyos límites son marcados con alambres de púas, parecía no albergar a guerrilleros, sino a hombres y mujeres comunes que despreocupadamente bailaron hasta la madrugada del domingo en una cancha de básquetbol.

"Nos avisaron en la mañana que iba a haber fiesta para darles la bienvenida", dijo un joven indígena en referencia a los jefes zapatistas que el viernes emprendieron el regreso desde la ciudad de México a sus bastiones en la Selva Lacandona del empobrecido estado sureño de Chiapas.

La caravana de vehículos que transporta a jefes rebeldes, simpatizantes, observadores, policías federales y periodistas partió la mañana del domingo del sureño poblado de Juchitán, donde pernoctaron.

Se esperaba que llegaran a esta zona por la noche, después de un breve mitin en San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, el punto urbano más cercano a las bases de los guerrilleros.

Oventic está situado en la montaña, a unos 70 kilómetros de San Cristóbal.
Ambiente de paz

En Oventic, la gente levantó puestos para la venta de comida típica a los lados de un camino que desciende hasta una cancha de básquetbol, habilitada como pista de baile.

Sobre ella, decenas de parejas de indígenas bailaron con el ritmo de la cumbia y música local tradicional, instrumentada con marimba.

Otros centenares dieron gran vida a todo el campo, en otras ocasiones desolado, algunos tomando atole, una bebida caliente de maíz, para combatir el frío de la noche.

Otros conversaban alrededor de fogatas mientras algunos dormían envueltos en cobertores sobre el suelo, dentro y fuera de una decena de albergues de madera y techo de láminas de metal.

Pocos se cubrían el rostro con los pasamontañas negros y las pañoletas rojas característicos del EZLN, pero muchos miraban a los reporteros con cierta desconfianza.

Algunos grupos de mujeres envueltas con rebozos de colores intensos sobre sus blusas de flores bordadas alimentaban a sus hijos o paseaban cerca de la pista de baile. Otros tomaban refrescos y comían frituras.

La escena parecía similar a la que pudiera verse en cualquier otro pueblo del resto del país, excepto por la visible diferencia de la ausencia total de bebidas alcohólicas.

El consumo de alcohol está prohibido en territorio zapatista, después de ser considerado uno de los problemas más graves en la zona.

Los jefes de la guerrilla zapatista realizaron una fructífera e inédita campaña en la Ciudad de México para impulsar los derechos de las etnias nacionales, el objetivo que dicen los llevó a alzarse en armas, en enero de 1994.

El uso de la tribuna del Congreso mexicano fue el objetivo principal de una marcha que los jefes rebeldes emprendieron el mes pasado hacia la capital, para insistir a favor de una iniciativa de ley que promueve cambios constitucionales en favor de los indígenas.

El jefe militar del EZLN, "subcomandante Marcos", dijo en Juchitán que el domingo inicia "otra etapa" de su movimiento, que consistirá en informar a las bases de apoyo sobre los resultados de la marcha.

Los tres principales partidos políticos de México han expresado su confianza de que la iniciativa de ley por los derechos indígenas quede aprobada antes de un mes.
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