JERUSALEN.- La minoría cristiana de Tierra Santa, celebra este año la Semana Santa afectada por la grave escalada de violencia, lo que ha intensificado el éxodo de esta comunidad fuera de la región y ha disminuido drásticamente la llegada de peregrinos.
"Hay muy pocos peregrinos, cuando en condiciones normales debería haber mucha gente, pues este año coincide en la misma fecha la Pascua de las tres principales iglesias cristianas en Tierra Santa, la católica, la greco-ortodoxa y la armenia", afirma el padre Castor García, segundo de la Custodia franciscana de los lugares santos.
A pesar de la espiral de violencia que sólo aumenta en la región desde hace más de seis meses con la Intifada palestina y la respuesta militar israelí, las celebraciones en Jerusalén de la Semana Santa se desarrollan como todos los años, desde el pasado domingo de Ramos.
Hoy, miércoles santo, la comunidad franciscana del convento de San Salvador, en la Ciudad Vieja, formada por unos 80 frailes, estuvo en el huerto de Getsemaní recordando la pasión de Cristo con una misa cantada, y se trasladaron después al Santo Sepulcro para rezar una oración en la capilla de la Aparición.
El jueves santo tendrá lugar la llamada Misa de la Cena del Señor en el Santo Sepulcro, una ceremonia de tres horas de duración con la presencia del Patriarca Latino, el obispo palestino monseñor Michel Sabah, máxima autoridad vaticana en Tierra Santa, y el viernes el acto principal será el Vía Crucis por la Vía Dolorosa.
La pequeña comunidad cristiana de Israel y los territorios palestinos, que supone menos del 4 por ciento de la población total (de unos 10 millones de personas), se ve este año mermada en las celebraciones de Jerusalén por las dificultades o imposibilidad que encuentran los palestinos cristianos de Cisjordania y Gaza para llegar a la ciudad santa.
"Este año no llegó el domingo de Ramos ningún autobús de cristianos de Belén, de Beit Jala o de Beit Sahur, y en el Viernes Santo se notará sin duda la ausencia de este grupo", afirma el vicecustodio.
Esta es también la primera Semana Santa desde la histórica visita que efectuó el Papa Juan Pablo II a la región el pasado año, el acontecimiento cumbre de las celebraciones del Bimilenario del nacimiento de Cristo.
Ahora, por primera vez, "el Papa ha pedido a la Custodia que le envíen a dos frailes franciscanos para que le asistan en la ceremonia del Viernes Santo en Roma", informó el vicecustodio.
"Esto significa mucho para nosotros, pues es, por un lado, una prueba de la impresión que se llevó de Tierra Santa y de sus sentimientos hacia ella, y por otro, de la gran preocupación que siente por lo que está sucediendo en la región", agregó.
La situación en los territorios palestinos y en Jerusalén Este, donde vive el grueso de la comunidad cristiana de Tierra Santa junto con la Galilea israelí, está afectando de manera muy negativa a este colectivo y ha intensificado mucho el constante éxodo de los últimos años.
"Hace bastantes años que comenzaron a salir del país (los cristianos) pero mucho más en los últimos meses. Es algo lógico por las dificultades que están viviendo", señala el padre Castor García, que no es optimista y cree que esta tendencia irá en aumento.
Tanto la localidad de Belén como los pueblos cercanos de Beit Jala y Beit Sahur -donde está el bíblico Campo de los Pastores- han sido muy castigados a lo largo de esta crisis por la artillería israelí, que los ha atacado en respuesta a disparos efectuados por milicianos palestinos contra los asentamientos judíos cercanos.
Familias cristianas de esos pueblos han optado por abandonar la región y viajar a Estados Unidos, Australia o Canadá, entre otros destinos, "porque sus casas han sido destruidas o no tienen trabajo debido a la situación", afirma el vicecustodio.
En cuanto a los cristianos árabes de Israel, su situación social ha empeorado mucho en los últimos años con la gran oleada de inmigración judía, sobre todo de la ex URSS.
"La Custodia está trabajando mucho para evitar este éxodo. Hemos construido 450 casas para cristianos, aunque no sean católicos, y se les dan otras facilidades para que no se vean tentados a salir", agrega el responsable franciscano, que reconoce, no obstante que "el futuro no es nada halagúeño".