CIUDAD DEL VATICANO.- En la primera Pascua del tercer milenio cristiano, el Papa Juan Pablo II afirmó ayer en su bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo) que la paz es posible en el mundo, incluso Medio Oriente, y exhortó a América Latina a encontrar en Cristo "capacidad y coraje para un desarrollo respetuoso de todo ser humano".
El Pontífice celebró ante más de cien mil personas congregadas en la plaza San Pedro la solemne misa de esta Pascua de Resurrección en la que coinciden, como fecha, tanto los católicos como los ortodoxos y los protestantes.
La coincidencia - que supera este año las divisiones en fechas derivadas de la distinta aplicación del calendario gregoriano (implantado en el siglo XVI) en la liturgia- es leída en ambientes ecuménicos como un auspicio para superar las divisiones entre cristianos.
Mensaje de Esperanza
La paz "es posible también allí donde desde hace demasiado tiempo se combate y se muere, como en Tierra Santa y en Jerusalén", es posible en los Balcanes y en el Africa "martirizada", dijo el Papa.
Para el mensaje pascual dirigido a miles de personas en la plaza y a millones enlazadas en el mundo a través de la radio y la televisión, Karol Wojtyla - quien cumplirá 81 años el 18 de mayo- eligió tonos de angustia por el dolor que martiriza a tantas zonas del planeta pero también de esperanza en un futuro mejor que, subrayó, depende de todos.
"Este mundo nuestro - afirmó con fuerza Juan Pablo II- puede cambiar: la paz es posible también allí donde desde hace demasiado tiempo se combate y se muere, como en Tierra Santa y Jerusalén; es posible en los Balcanes, no ya condenados a una preocupante incertidumbre que podría vanificar toda propuesta de acuerdo".
"Y tú, Africa, tierra martirizada por conflictos emboscados constantemente - agregó- levanta con confianza la cabeza confiando en la potencia de Cristo resucitado. Gracias a su ayuda, tú también Asia, cuna de seculares tradiciones espirituales, puedes vencer la apuesta de la tolerancia y de la solidaridad".
Por esto el Papa invitó a "hombres y mujeres de todos los continentes" a encontrar el coraje para "derrotar a las fuerzas del mal y de la muerte, y poner toda investigación y progreso técnico y social al servicio de un futuro mejor para todos".
Llamado a Juventud
Latinoamericana
El Papa Juan Pablo II alentó en forma particular a las "jóvenes promesas de América Latina" en su mensaje.
"Tú, América Latina, fuente de jóvenes promesas, sólo en Cristo encontrarás capacidad y coraje por un desarrollo respetuoso de cada ser humano", dijo.
El Sumo Pontífice concelebró la misa con los cardenales Pío Laghi y Agostino Cacciavillan.
El tono optimista impuesto por el Papa a su homilía contrastó con sus limitaciones físicas. No obstante, su voz sonó potente cuando instó a la humanidad a tener esperanza.
Pese a esta demostración de energía, ayer Juan Pablo II renunció a pronunciar su bendición desde la logia central de la basílica, a causa de la distancia que debía recorrer por los pasillos que llevan a la sala de bendiciones y al balcón.
Juan Pablo II camina lentamente, apoyándose en su bastón, el cual no abandona desde su operación del cuello del fémur, en abril de 1994.
Los 300 metros del recorrido del Vía Crucis del Coliseo, y sobre todo la empinada escalera de 38 peldaños que habría debido subir para llegar hasta la terraza del Palatino, se han vuelto obstáculos infranqueables para el Pontífice.
La variante de la enfermedad de Parkinson que padece constituye un problema que cada vez puede controlar menos, y ya no logra parar los temblores de su mano izquierda. Su dicción es difícil a causa de una hemiplejía facial, lo que dificulta la comprensión de sus sermones.
Pese a todos sus problemas, la fuerza de carácter y la capacidad del Papa para transformar sus sufrimientos y dificultades físicas en motivos de oración, son para él más importantes que cualquier remedio.
Aún cuando Juan Pablo II ha delegado un poco en los cardenales que lo rodean en la Curia la administración práctica de la Iglesia, impone todavía su marca en las grandes decisiones, y a todas luces no está dispuesto a renunciar a sus actividades ni a sus viajes al extranjero.
Juan Pablo II se trasladará hoy a su residencia veraniega de Castelgandolfo, al sudesde de Roma. Tendrá un breve descanso hasta el próximo miércoles, cuando regresará al Vaticano para la celebrar la audiencia general con que terminará la festividad de Semana Santa.