BRASILIA.- La renuncia casi obligada a su mandato parlamentario del ex presidente del Senado y alto líder del gobiernista Partido del Frente Liberal (PFL), Antonio Carlos Magalhaes, significa un duro golpe al caudillismo en Brasil.
Acusado por el "Consejo de Etica y Decoro Parlamentario" de ser uno de los responsables de la violación al secreto al voto en el Congreso en junio del año pasado, Magalhaes, de 73 años, dejó el miércoles su investidura congresal en el mismo escenario que lo ubicó como un político influyente en las decisiones del Estado.
El maestro de ceremonias de su salida fue nada menos que su declarado enemigo político: el actual presidente del Senado, Jader Barbalho, hasta hace poco presidente del gobiernista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Magalhaes y Barbalho cruzaron espadas varias veces por el control del Senado que fue dirigido por el primero hasta febrero pasado. Barbalho lo sucedió en ese cargo. A partir de la acusación, se desveló una trama en la que fueron involucrados el entonces líder del gobierno en el Congreso, José Roberto Arruda, y la directora del sistema de computación de ese organismo, Regina Borges.
La carrera política de Magalhaes comenzó en 1964 durante los gobiernos dictatoriales y continuó en los sucesivos mandatos democráticos desde 1985. Durante su vida política fue alcalde de la ciudad de Salvador y gobernador en tres períodos del estado de Bahía, entre 1970 y 1975, 1978 y 1983 y 1991 y 1994, además de diputado y posteriormente presidente de la Cámara de Senadores hasta febrero de este año.
Fue también ministro de Comunicaciones durante el gobierno del Presidente José Sarney, entre 1985 y 1990. Además, Magalhaes fue aliado del gobierno del destituido Mandatario Fernando Color de Mello entre 1992 y 1994 y posteriormente del Presidente Itamar Franco hasta 1994, año en el que fue clave para una alianza entre el Partido del Frente Liberal (PFL) y el Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) para lograr la elección presidencial de Fernando Henrique Cardoso.
A sus 73 años y con su salida obligada del congreso, anunció que seguirá en política y aún no definió si se postulará otra vez como senador el próximo año o al cargo de gobernador del estado de Bahía, que es donde nació, pero aseguró que proseguirá su carrera política.