GUARDALAVACA, Cuba.- Flanqueados por blancas playas de un lado y verdes cañaverales del otro, los esqueletos de los nuevos hoteles levantan sus vigas metálicas en esta zona de la costa nororiental de Cuba.
Y mientras canadienses y europeos en trajes de baño se tienden frente al mar para tostarse bajo el intenso sol, a pocos kilómetros de distancia los obreros agrícolas cubanos cortan con sus machetes las cañas productoras de azúcar.
Tanto aquí, en el corazón de la industria azucarera cubana, como en el resto de la isla, la construcción de hoteles parece ahora superar en importancia a la zafra -otrora considerada vital para el país-, al tiempo que el gobierno comunista apuesta al turismo como tabla de salvación de su tambaleante economía.
"La prioridad se le ha otorgado al desarrollo de esta área para el turismo", afirma el holandés Kees Aerts, gerente de Brisas Costa Verde, un hotel destinado a familias con niños. "Incluso aquí, el turismo ha comenzado a desplazar lo que fue alguna vez la industria más importante".
Por siglos, la suerte de la economía cubana dependía del volumen de su zafra azucarera.
Pero tras la caída de la Unión Soviética, hace una década, Cuba perdió de pronto sus socios financieros del bloque soviético y las preferencias comerciales que aquéllos le otorgaban, incluyendo petróleo barato, fertilizantes, y piezas de las maquinarias necesarias para realizar la molienda.
En los cañaverales, los bueyes reemplazaron a los tractores como animales de tiro al desvanecerse el combustible, las piezas de repuesto y otros equipos. Por esa época también desaparecieron los fertilizantes y pesticidas.
Durante la pasada década, la zafra cubana no alcanzó siquiera la mitad de su récord de 8,5 millones de toneladas métricas, impuesto en 1970.
El gobierno estima alcanzar este año una producción de 3,7 millones de toneladas métricas, en baja respecto a los 4 millones de toneladas de la última zafra.
En años previos, tales inconvenientes de la producción eran causa de alarma en el gobierno, que publicaba detalladas coberturas sobre la cosecha en las primeras planas del Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. Ahora, en cambio, las noticias sobre la zafra aparecen discretamente páginas interiores de la prensa.
La zafra, sin embargo, sigue siendo importante para Cuba, que incluso tiene un ministerio dedicado a esa industria. Pero aquellos que siguen los pasos de la economía de la isla afirman que el azúcar ya no es tan importante como solía ser, especialmente ahora que el turismo es la principal fuente de divisas del país.
"Creo que en cinco años la industria azucarera se habrá reducido tanto que será irreconocible", asegura John Kavulich, del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, una organización no gubernamental que analiza la economía isleña.
El gobierno asegura que el turismo genera 2.000 millones de dólares anuales en ingresos, seguidos por unos 550 millones de dólares que produce el azúcar al año. La producción de níquel genera unos 300 millones de dólares anualmente, de acuerdo con datos oficiales.
Pero además, el turismo es una importante fuente de puestos de trabajo en este país comunista, que ha manifestado públicamente su compromiso de proveer a su población de bienestar. Y mientras la industria azucarera se achica, menos personas se requieren en los campos y en las plantas procesadoras.
"Una de las formas más fáciles de crear muchos puestos de trabajo es el turismo", dice Kavulich, y agrega que la tasa de desocupación de la isla asciende a un 20%.
Incluso antes de que el comunismo comenzara a derrumbarse en Europa oriental, el gobierno cubano ya comenzaba a incentivar el turismo, que era una industria clave antes de la revolución de 1959 que llevó a Fidel Castro al poder.
Cuando cayó el muro de Berlín, en 1990, ya estaban en marcha planes para construir hoteles turísticos en la isla, alguna vez visitada más por extranjeros interesados en política que en las soleadas costas y las canchas de golf.
En ese año, cerca de 329.000 turistas visitaron Cuba. Este año, funcionarios del Ministerio de Turismo esperan recibir 2 millones de visitantes, por encima de los 1,7 millones del año pasado.
La construcción de hoteles casi se ha triplicado desde 1990, cuando existían unas 13.664 habitaciones en toda la isla. Según los planes oficiales, Cuba tendrá cerca de 38.000 habitaciones para fines de este año.
Un tercio aproximado de esas habitaciones son operadas por el grupo español Sol Meliá, que tiene a su cargo 19 hoteles. Otros son operados por compañías oficiales como CUBANACAN y HABAGUANEX.
Unos pocos están bajo propiedad estatal y su gerencia fue entregada en contrato a compañías como la jamaiquina Superclubs o la alemana LTI.
Con la apertura en febrero pasado del nuevo hotel Brisas Costa Verde, hay unas 2.300 habitaciones en este paraje turístico casi desconocido en la provincia oriental de Holguín.
Cerca, Sol Meliá estó construyendo otro hotel de 980 habitaciones, y el Club Med levanta otro de 550. El aeropuerto internacional de la localidad ha sido renovado y ahora recibe dos vuelos semanales procedentes de Canadá y Europa.
El Ministerio de Turismo también promueve proyectos hoteleros en otras localidades, fuera de los dos destinos mas conocidos de Cuba: La Habana y el balneario de Varadero.
Ambiciosos proyectos están en marcha en Cayo Coco, en la costa norte del país, y en una cadena de islotes cercanos. En la capital se prevé la construcción de otro gran hotel, esta vez con capital chino.
Si bien el turismo se ha constituido en lo que el gobierno llama "la locomotora" de la economía cubana, aún no produce el impulso necesario para transformarla.
Excepto por unas modestas reformas, Cuba mantiene el modelo económico centralizado de los estados socialistas, y no se vislumbran señales de un inminente cambio.
El enfoque se mantiene en la supervivencia a corto plazo, destinada a generar los fondos requeridos para las necesidades inmediatas. Tal política es apreciada por los cubanos más jóvenes, cuyos padres trabajan en la industria azucarera de Holguín. Los jóvenes desean trabajos en el turismo, donde obtienen propinas en dólares con los cuales pueden comprar mucho más que con moneda local.
"Hay mucho movimiento ahora del trabajo en el campo, al trabajo en el turismo, de la gente joven en particular", dice Juan Carlos Pendas frente a un edificio de apartamentos destinado a los trabajadores del turismo.
Si bien luce modesto, el edificio de dos plantas de cemento es una mejora con respecto a las casas de madera en las que viven los trabajadores del azúcar.
"El azúcar todavía es un reglón importante para Cuba, pero no como el turismo", agrega Pendas, de 44 años, que es empleado del Ministerio del Turismo. "El turismo es una fuente de ingresos muy importante".