TERRE HAUTE, Indiana.- Timothy McVeigh fue ejecutado el lunes por el mismo gobierno que despreciaba, después que la justicia lo condenó por matar a 168 personas en un atentado dinamitero en Oklahoma City hace seis años.
McVeigh, de 33 años, no hizo ninguna declaración final.
En cambio difundió una copia del poema "Invictus", de 1875, que concluye con los versos "Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma".
A las 8:14 de la mañana (1214 GMT) se comprobó que había muerto y pasó a ser el primer prisionero federal ejecutado en 38 años.
En Oklahoma City, unos 300 sobrevivientes y familiares de las víctimas se congregaron para presenciar la ejecución por circuito cerrado de televisión en transmisión enviada desde Terre Haute, Indiana.
El día antes de su ejecución, sus abogados dijeron que el condenado lamentaba por los que habían sufrido pero que no se arrepentía de haber detonado una bomba poderosa en el edificio federal Alfred P. Murrah, el peor acto de terrorismo en territorio estadounidense.
"Creo que él nunca fue el tipo de persona que dijera a la gente lo que él pensara que ellos quisieran oír", dijo el abogado Robert Nigh. "Creo que él trata de ser honesto con sus sentimientos reales de simpatía y solidaridad".
El protocolo de la Oficina Correccional federal detalla cada paso de la ejecución, incluyendo los cuatro minutos que se otorgan al condenado para formular una declaración final.
Entre los autorizados a presenciar la ejecución había representantes de 10 víctimas, 10 miembros de la prensa -incluyendo uno de la Associated Press-, y los testigos personales de McVeigh: Nigh, el abogado defensor Nathan Chambers, la ex miembro de la defensa Cate McCauley y el periodista Lou Michel, del Buffalo News, coautor de un reciente libro sobre McVeigh.
A pedido del condenado, ningún miembro de la familia de McVeigh vino a Terre Haute para la ejecución.
Desafiante hasta el fin, McVeigh dijo a sus allegados en sus últimos días que seguía considerándose el vencedor en su guerra personal contra un gobierno al que despreciaba por sus incursiones en Waco (Texas) y Ruby Ridge (Idaho).
Las autoridades de la prisión dijeron que el condecorado veterano de la Guerra del Golfo Pérsico pasó el domingo escribiendo cartas, durmiendo, viendo televisión y en reuniones con Nigh y Chambers.
McVeigh recibió su última comida a la 1 de la tarde del domingo que remató con un helado.
Bush: McVeigh escogió su destino
El Presdiente George W. Bush declaró el lunes que Timothy McVeigh, al ser ejecutado por la bomba que colocó en un edificio federal de Oklahoma City y que dejó un tendal de 168 muertos, "corrió la suerte que eligió para sí mismo hace seis años".
"Según las leyes de nuestro país el asunto ha concluido", dijo Bush en la sala de prensa de la Casa Blanca aproximadamente hora y media después de la ejecución.
Reconoció que "el dolor continúa" para los familiares de las víctimas. El mandatario hizo su breve declaración y no aceptó preguntas.
El atentado de abril de 1995 fue el peor ataque terrorista perpetrado en suelo estadounidense.
McVeigh, cuya muerte se comprobó oficialmente a las 8:14 de la mañana (1214 GMT), fue el primer prisionero federal ejecutado en 38 años.
"Hoy, toda persona que resultó herida por el mal perpetrado en Oklahoma City puede descansar sabiendo que ha habido un ajuste de cuentas", afirmó el Presdiente.
Bush habló poco antes de emprender una gira de seis días por cinco países europeos, donde la oposición a la pena de muerte es firme. Se anticipaban manifestaciones de protesta durante su visita.
"Las víctimas del ataque dinamitero de Oklahoma City no han recibido venganza sino justicia", afirmó Bush, que habló en tono sombrío.
"El castigo final del culpable no puede de por sí brindar la paz al inocente. No puede recuperar las pérdidas ni equilibrar la balanza, y tampoco ése es su propósito", continuó.
Pero Bush dijo que la profunda tragedia "ha presenciado el bien que supera el mal. Lo vimos en los socorristas que salvaron y sufrieron con las víctimas. Lo vimos en una comunidad doliente que mantuvo íntimamente el recuerdo de su pérdida. Lo vimos en el trabajo de los detectives, alguaciles y policías, y lo vimos en los tribunales".
"Se impuso el imperio del derecho. El caso fue probado. Se llegó a un veredicto serenamente. Y los derechos del acusado fueron protegidos y respetados de principio al fin", acotó.
"Que la compasión divina otorgue la paz a todos, las vidas que fueron segadas hace seis años, las vidas que continúan, y la vida que terminó hoy", sentenció Bush.