WASHINGTON.- Aviones de guerra estadounidense atacaron sitios de defensa aérea en el norte y sur de Irak este jueves, en respuesta a los disparos de una unidad antiaérea iraquí contra aviones de la alianza que vigilaban la zona de exclusión aérea, informó el Ejército de Estados Unidos.
"Los aviones de la coalición han respondido a los ataques iraquíes (...) atacando los sitios de la defensa aérea", señaló un comunicado del Ejército.
Según ese texto, los aviones de la alianza fueron atacados por la defensa antiaérea de Irak mientras realizaban patrullas en las zonas de exclusión aérea del norte y sur de ese país.
Las aeronaves F-18 estadounidenses atacaron un radar situado no lejos de Al Kut, al sur de Irak, indicó el comunicado.
En Bagdag un portavoz militar había informado horas antes que una persona resultó herida durante un bombardeo realizado por aviones estadounidenses y británicos contra instalaciones civiles en el sur de Irak.
Casi a diario se producen incidentes entre los aviones estadounidenses y británicos que vigilan las dos zonas de exclusión aérea, impuestas tras la guerra del Golfo en 1991, en el norte y en el sur de Irak, con la defensa antiaérea de ese país.
Bagdad no reconoce tales zonas, que no fueron el resultado de una resolución de la ONU, y afirma que los bombardeos británico-estadounidenses dejaron 326 muertos y unos 1.000 heridos desde 1998.
Ambas zonas cubren más de la mitad del territorio iraquí y no han sido objeto de resoluciones específicas de la ONU.
La zona de exclusión en el norte, de 10.000 km2, fue establecida en 1991, con el propósito de permitir el retorno de centenas de miles de refugiados kurdos a los que la represión de Bagdad los obligó a huir hacia Turquía e Irán.
Por su parte, la zona de exclusión en el sur de Irak, de unos 140.000 km2, fue instaurada en agosto de 1992 para proteger, según los aliados, a la población chiíta de los bombardeos de las fuerzas del presidente Saddam Hussein. En 1996, Washington extendió esa zona del paralelo 32 al 33 por lo que sus límites actuales quedaron a sólo unas decenas de kilómetros al sur de Bagdad.
"Estamos aquí para alentar este proceso, el proceso de diálogo (y) reformas", dijo Robertson, a quien acompañaba Javier Solana, el jefe de seguridad de la Unión Europea.
La vocera de Trajkovski, Dimka Ilkova-Boskovic, dijo que Macedonia no busca la intervención de la OTAN en Macedonia, sino presionar para el desarme y desintegración del movimiento rebelde. Agregó que la alianza debe involucrarse directamente en el proceso previsto de desarme de los insurgentes.
Trajkovski desea, sin embargo, que la OTAN considere la tarea de supervisar la entrega de armas si se logra un pacto de paz. "No estamos absolutamente convencidos de que todos los terroristas depondrán las armas", dijo Trajkovski.
Lord Robertson admitió que la alianza tendrá que desempeñar un papel más importante para poner fin a la crisis, pero no llegó a ofrecer tropas adicionales para supervisar cualquier pacto de paz. Sin embargo si prometió llevar la solicitud de ayuda de Trajkovski a la consideración de la alianza.
"Llevaré este asunto conmigo a la sede de la OTAN y veré que puedo hacer", agregó.
La promesa de apoyo total hecha el jueves por Robertson incluye el despliegue de grupos de expertos para aconsejar al liderazgo sobre la manera de que el pacto funcione.
Dijo que durante las conversaciones del jueves, Solana declaró que la Unión Europea está lista para proporcionar fuerzas para implementar dicho proceso.
La violencia estalló en febrero, cuando militantes de origen albanés tomaron las armas para luchar por mayores derechos. Las autoridades han dirigido varias ofensivas contra los insurgentes, a quienes acusan de querer dividir al país.
Al tiempo que rehusan negociar con los rebeldes, Trajkovski y otros funcionarios, que representan a la población eslava mayoritaria, tratan de lograr un acuerdo con los líderes de la comunidad de etnia albanesa, que constituye cerca de una tercera parte de la población macedonia de 2 millones.
Incluso cuando estaban a punto de iniciarse las negociaciones entre líderes eslavos macedonios y partidos de la etnia albanesa sobre el plan propuesto por el gobierno, continuaban los enfrentamientos esporádicos.
Las barracas del ejército y un puesto de control de la policía, en las afueras de Tetovo, la segunda ciudad del país, recibían ataques con morteros. Y cerca de Aracinovo, un bastión de la etnia albanesa en las afueras de Skopje.