CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Juan Pablo II elogió a los chilenos por haber abolido la pena de muerte y deseó que en base a ese supuesto se promueva siempre la defensa de la vida "desde su concepción hasta el ocaso natural", al recibir este lunes en el Vaticano al nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede, Máximo Pacheco Gómez.
"Me complazco por la reciente decisión del supremo gobierno y del poder legislativo que -con la colaboración leal de la Iglesia- ha abolido la pena de muerte", aseguró el Papa en el discurso ante el nuevo embajador chileno, quien presentó sus cartas credenciales.
Chile abolió el 28 de mayo pasado la pena de muerte sumándose a la gran mayoría de países de América Latina, salvo Cuba y Guatemala, aunque algunos de los abolicionistas la conservan para delitos excepcionales como situaciones de guerra o magnicidio.
La decisión de eliminar la pena de muerte en Chile tiene lugar después de un largo debate iniciado hace más de 10 años, con el fin de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) y el retorno de la democracia.
El Papa recordó también la visita realizada a Chile en 1987, durante la cual pudo comprobar que los chilenos "son un pueblo recio, en busca de caminos que lo conduzcan a la reconciliación, aunque para llegar a esa meta haya que pasar por tramos estrechos".
El jefe de Iglesia católica se unió a la invitación hecha por los obispos chilenos para que "se superen las heridas" del pasado y manifestó que esa institución está comprometida "muy particularmente en favorecer la convivencia solidaria y la reconciliación entre todos los ciudadanos".
En su discurso al nuevo embajador chileno, el Papa advirtió sobre los peligros que acechan a la sociedad de hoy, "como el relativismo ético, el consumismo y otras formas pseudoculturales" y recordó que "muchos males sociales tienen su origen en la desintegración familiar".
Juan Pablo II felicitó igualmente a Chile por su "voluntad pacífica", demostrada a través de los acuerdos firmados con Argentina por el diferendo de canal del Beagle, en que el Papa sirvió como mediador a mediados de los años 80, así como por la firma en 1999 de la actuación del Tratado de Lima de 1929 con lo que se resolvían contiendas pendientes con Perú.
El nuevo embajador chileno, abogado de profesión, fue ministro de Educación (1968-1970), senador (1990-1994) y desde 1999 era vicepresidente de la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Es también autor de numerosos libros sobre la doctrina social de la Iglesia, jurisprudencia y teoría del Derecho.