WASHINGTON.- Una intensa controversia estalló en el ámbito político estadounidense, por las declaraciones recientes del presidente del Banco Mundial James Wolfensohn, quien elogió los avances en salud y educación de la revolución cubana.
"Yo creo que Cuba ha hecho -y todos estarán de acuerdo- un buen trabajo (en lo que se refiere) a educación y salud", dijo Wolfensohn en conferencia de prensa. "Deben ser felicitados por lo que han hecho", agregó.
Obviamente, los críticos de Castro consideran las cosas en forma diferente.
"La lamentable ignorancia de las condiciones en Cuba (que demuestra) el señor Wolfensohn, es de una magnitud impresionante", dijo Dennis Hays, vicepresidente ejecutivo de la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana.
"Además de estar equivocado en cuanto a los hechos ¿en realidad desea implicar que la represión extrema puede justificarse por un aumento autoproclamado en los indicadores económicos?", agregó.
El representante Lincoln Diaz-Balart, quien nació en Cuba, señala que los comentarios de Wolfensohn "van más allá de la insensibilidad, más allá de lo que puede creerse. Cuba logró enormes avances en salud y educación antes de Castro... Ciertamente compartiré esto con mis colegas" señaló, refiriéndose a la dependencia del Banco Mundial del financiamiento del Congreso para sus programas.
Pero Philip Brenner, experto en asuntos cubanos de American University, dijo que Wolfensohn está en lo correcto.
"El éxito de Cuba es más notable porque se ha producido durante 40 años de hostilidad de Estados Unidos y tras el derrumbe de sus acuerdos comerciales luego de la desaparición de la Unión Soviética", dijo Brenner.
Wolfensohn, ciudadano estadounidense por naturalización, nacido en Australia, no es el primer líder del banco que elogia los programas sociales de Cuba: Robert McNamara dijo hace una década, mucho después de haberse retirado de la presidencia del Banco Mundial, que sentía "inmensa admiración" por los programas sociales cubanos.
Las estadísticas del banco, basadas en informes del gobierno cubano, sugieren que Cuba puede está al nivel de muchos países desarrollados en ciertas categorías. Según los "Indicadores Económicos del 2001 de Desarrollo Mundial" del banco, la tasa de mortalidad infantil en 1999 en Cuba fue de 7 de cada 1.000 recién nacidos, igual a la de Estados Unidos.
La tasa de analfabetismo cubana en 1999 era de 3% entre los hombres y 4% entre las mujeres, cifras comparables con las de naciones industrializadas. Y, como Castro se complace en decir, la educación y el cuidado de la salud son gratuitos en Cuba.
Sin embargo, otros funcionarios del banco puntualizan que los comentarios de Wolfensohn deben tomarse en su contexto, ya que la definición de bienestar de una nación que tiene el Banco Mundial incluye la educación y la salud, pero también las libertades económicas y políticas.
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