BERLIN.- Cuando se vieron por primera vez hace cinco años y medio, en una "cita a ciegas" en un bar de Berlín, no se imaginaban que acabarían ante un funcionario público para decirse el "sí quiero". Y no por ausencia de un "flechazo" inmediato, que lo hubo, sino porque las leyes alemanas les negaban la posibilidad de celebrar un matrimonio. Angelika Baldow y Gudrun Pannier son mujeres. Y lesbianas.
Este miércoles, al entrar en vigor la ley sobre las uniones civiles para parejas de integrantes del mismo sexo, protagonizaron en Berlín la primera boda homosexual de la historia alemana.
El hecho tiene ciertamente las connotaciones históricas que le atribuyeron las organizaciones de defensa de los derechos de homosexuales. No en vano, Alemania es un país que está muy en deuda con los homosexuales.
Los nazis les persiguieron implacablemente e incluso llegaban a aniquilarles en los campos de concentración. Las leyes que prohibían y penalizaban cualquier relación homosexual se mantuvieron hasta 1969, es decir, bien recuperada la democracia. Y no fue hasta el año pasado que el Parlamento federal rehabilitó a los homosexuales discriminados y perseguidos por las autoridades en tiempos de Hitler.
Angelika y Gudrun, que desde hoy comparten el apellido Pannier, acudieron al registro civil del barrio berlinés de Schoeneberg como una pareja cualquiera, a bordo de un taxi que llevaba un ramo de flores en el capote y una bandera del partido "Los Verdes", muy decisivo en la aprobación de la nueva ley, en la maleta.
Ambas vestían de frac, y lo que más diferenció su boda de las demás fue la enorme nube de periodistas que acudieron a la cita, para tomar las fotos de la parejita feliz cortando la tarta encumbrada por dos novias de mazapán. Besos, abrazos, anillos y champán.
Las imágenes se repitieron por doquier, a lo lagro y ancho del país: cientos de homosexuales se casaron hoy. Angelika admitió sentirse emocionada por haber tenido "el honor" de formar la primera pareja homosexual "oficial". Su mujer, teóloga de profesión, asentía. Pero también afirmó: "Nuestra lucha como lesbianas no ha hecho más que empezar".
La nueva ley dista todavía de la total equiparación de las parejas homosexuales con las heterosexuales. Los homosexuales llevarán el mismo nombre, estarán emparentados y podrán heredar. Podrán importar a sus parejas de países no pertenecientes a la Unión Europea (UE). Pero no podrán adoptar hijos, por ejemplo, y Gudrun Pannier lo califica de injusticia.
Los conservadores, en tanto, siguen arremetiendo contra las bodas homosexuales y retrasando la aplicación de la nueva ley a conciencia. Es el caso de Baviera, cuyo primer ministro, el socialcristiano Edmund Stoiber, rechazó tiempo atrás la posibilidad de una equiparación de los derechos de parejas homosexuales comparándola con la veneración del mismísimo diablo.
Pero también hay conservadores homosexuales, con sus propios grupos de presión que también empiezan a hacerse oír. El presidente de la Asociación de "Gays y Lesbianas" (LSU) en la Unión Cristiano Demócrata, Martin Heckershoff, manifestó que "el mundo no se acaba por el hecho de que gays y lesbianas se juren mutuamente fidelidad en las duras y las maduras".
Aun está pendiente una resolución defintiva del Tribunal Constitucional sobre una querella que presentaron tres estados federados alemanes, entre ellos Baviera, para lograr la nulidad de la ley.
Para Heckershoff, la ley es "irrevocable", y la mayor parte de la población alemana se inclina a pensar que es así. Lo que queda por ver es cuántos homosexuales pretenden realmente casarse.
En Noruega y Holanda, países pioneros en la materia, el porcentaje de las parejas homosexuales que ha hecho uso de su derecho a casarse no llegó al uno por ciento. Pero a ojos de los homosexuales esa no es, en realidad, la cuestión.
Lo que importa es que "se ha dado un gran salto hacia la igualdad de derechos", señaló la Asociación de Gays y Lesbianas de Alemania (LSVD).