WASHINGTON.- A pesar de la controvertida imagen que el Presidente George W. Bush tiene en el extranjero, los estadounidenses están, en su mayoría, satisfechos tanto con su persona como con el trabajo que realiza al frente de su Gobierno.
Una encuesta, realizada por el diario "The Washington Post" y la cadena de televisión ABC y publicada hoy, muestra que el 63 por ciento de sus compatriotas ve con buenos ojos al Presidente y un 59 por ciento considera que está realizando un buen trabajo en la Casa Blanca.
Los razones de esta "buena nota" que otorgan al Presidente son variadas, pero en general destacan las referidas a la forma en la que ha manejado, por ejemplo, la reforma educativa o la crisis energética.
En el lado negativo de la balanza permanecen los nubarrones de la difícil situación económica por la que atraviesa Estados Unidos, amenazado por la recesión, así como la política exterior y el sempiterno tema de la frágil Seguridad Social que tanto preocupa al estadounidense medio.
Ni siquiera la reforma fiscal -considerada por la Casa Blanca como la primera gran victoria del Gobierno Bush-, que empieza a sentirse ya en los bolsillos de los consumidores a modo de cheques de devolución de impuestos, parece haber conseguido satisfacer las ansias ciudadanas.
Es cierto que todo aquel que ha recibido ya el cheque del Tesoro -300 dólares para los solteros, 600 por familia- tiene pensado ya el destino que va a dar a esta "minipaga" veraniega, pero a la hora de pronunciarse sobre el mismo, los contribuyentes no parecen tan satisfechos con el "regalito".
Según esta encuesta, sólo tres de cada ocho participantes creen que esta reducción de impuestos -que se ha puesto en marcha de manera inmediata y ascenderá a 1.300 billones de dólares en diez años- será beneficiosa para la economía.
Por el contrario, uno de cada cinco cree que tendrá un impacto negativo y dos de cada cinco considera que el esfuerzo fiscal no tendrá ninguna consecuencia en el buscado efecto de reactivar la economía.
Con todo, los niveles de aceptación obtenidos por Bush a comienzos del primer agosto de su mandato están bastante por encima de los conseguidos por su predecesor, Bill Clinton, en la misma época de su mandato.
Una encuesta similar realizada por el Post y la ABC en agosto de 1993 subrayó que los que tenían una opinión desfavorable del trabajo de Clinton ascendían al 51 por ciento, mientras que los que lo veían bien llegaban hasta el 45 por ciento.
En aquellos días, a Clinton le achacaban problemas éticos y de honestidad, asuntos en los que el actual inquilino de la Casa Blanca consigue incluso el 70 por ciento de aprobación.
En términos generales, el sondeo destaca que el 91 por ciento de los republicanos, el 32 por ciento de los demócratas y, más destacable aún, el 59 por ciento de los independientes aprueba el trabajo que ha hecho Bush en los primeros seis meses de su presidencia.
Igualmente, el 67 por ciento de los encuestados cree que Bush lo hace bien como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y que tiene una visión del futuro de la nación, y el 63 por ciento opina que el presidente es digno de confianza.
El amplio cuestionario sobre el que se ha construido la muestra, de 1.352 participantes, permite también comprobar que los estadounidenses, en un 60 por ciento, creen que puede confiarse en Bush en caso de una crisis.
Para el 55 por ciento, el Presidente es "un dirigente firme" y el 53 por ciento está convencido de que el Mandatario "entiende" asuntos que son complejos, pero el 54 por ciento de los encuestados opina que Bush no sabe de los problemas de las personas comunes.
Los que se confiesan demócratas -aun cuando un 32 por ciento aprueban su gestión- son lógicamente los más críticos con muchas de las gestiones del Presidente.
En política exterior, por ejemplo, le achacan que "no busque consensos" -"con él nos merecemos nuestra reputación de arrogantes", dicen- y le critican también su falta de sensibilidad en defensa del medio ambiente, algo que en este país tiene su principal exponente en la decisión de permitir la perforación en Alaska para buscar petróleo.
Eso, afirman, sólo demuestra que se preocupa por los ricos y poderosos que, a juicio demócrata, "son los que realmente influyen en este Gobierno".