OHRID.- El jefe de política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, viajará el domingo a Macedonia donde enviados occidentales llevan a cabo conversaciones con miras a poner fin al levantamiento de la guerrilla albanesa y evitar una guerra en los Balcanes, dijeron funcionarios el sábado.
Solana ha visitado Macedonia varias veces en los últimos meses con el objetivo de impulsar negociaciones políticas sobre cómo mejorar los derechos de la etnia albanesa, lo que podría persuadir a los rebeldes para que depongan las armas.
La portavoz de Solana, Cristina Gallach, no quiso comentar si la visita significaba que las conversaciones entre políticos eslavos y la etnia albanesa, mediadas por enviados de Estados Unidos y la Unión Europea, estaban a punto de dar resultados.
"Quiero ser muy cautelosa. Esta es una señal de apoyo a las gestiones", dijo por teléfono.
"El mensaje es que la Unión Europea quiere que se llegue a un acuerdo cuanto antes. Dar plazos específicos no sería lo más adecuado en este momento. La clave es brindar apoyo y ayuda", comentó.
Un funcionario macedonio de alto rango dijo que la llegada de Solana no significaba ni una inminente progreso ni una inminente ruptura en las negociaciones.
"No creo que veamos nada firmado mañana. No hay ni un progreso importante ni un estancamiento en las negociaciones. Las gestiones son lentas", dijo el funcionario a Reuters.
El enviado estadounidense, James Pardew, describió el sábado las gestiones en Macedonia, donde se reportaron nuevos enfrentamientos en la vecina Serbia, como "muy difíciles".
Pardew, el enviado de la Unión Europea, Francois Leotard y Max van der Stoel, de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, están tratando de mediar un acuerdo entre los políticos de Macedonia y los de la etnia albanesa para convencer a los rebeldes a deponer sus armas.
Un acuerdo similar para mejorar los derechos de la minoría albanesa a cambio de terminar con los ataques contra los efectivos de seguridad aparentemente tuvo éxito en mayo en el sur de Serbia.
En ese entonces, los rebeldes acordaron deponer sus armas conforme al pacto mediado por la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN).