GUATEMALA.- La dirigente indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz 1992, acusó al gobierno de haber "estancado, enterrado y clausurado" el proceso de paz en el país.
"No se está cumpliendo nada, está estancado, enterrado y clausurado", aseguró Menchú, invitada en un almuerzo organizado por corresponsales extranjeros en un hotel de Guatemala.
"El modelo que se llevó con los acuerdos de paz era prometedor", dijo, pero "si me preguntaran a mí, si usaría el modelo de Guatemala para resolver otro conflicto del mundo, diría que ese modelo de paz no es deseable para ninguna otra parte".
"No veo que los acuerdos de paz tengan vigencia, todo lo que hay es un autoengaño", enfatizó Menchú.
"Este gobierno no tiene necesidad de dialogar, pues lo tiene todo: la intimidación, la delincuencia organizada, la impunidad, un genocida que legitima el carácter del Congreso y un presidente que se desaparece cuando le aprieta el zapato", enumeró la dirigente indígena, al comentar que al gobierno no le interesa tratar el tema.
Según Menchú, a los funcionarios del actual gobierno "les gustaría correr a cerrar las fosas comunes" para ocultar las evidencias de las masacres perpetradas contra la población durante los 36 años de conflicto interno.
También criticó a la comunidad internacional a la que señaló de tener "una doble moral ante Guatemala" y de no aceptar el fracaso que, según ella, han tenido los acuerdos de paz.
La única alternativa para rescatar los acuerdos de paz radica, según Menchú, en la sociedad civil que deberá "hacer todo lo que está en la imaginación de los seres humanos" para mantener vigentes los programas y reformas que estipulan.
Pablo Monsanto, negociador de la paz de la desaparecida guerrilla, ha dicho que desde que Alfonso Portillo llegó al poder, en enero del 2000, el proceso de paz cayó en el olvido. La misma opinión expresan organizaciones campesinas e indígenas.
Un conflicto armado interno entre el Estado y guerrillas izquierdistas dejó más de 200.000 muertos, en su mayoría indígenas.
Las partes en conflicto firmaron en 1996 un cese de fuego y se acordó la desmovilización de las tropas insurgentes y la implementación de reformas y programas que reducirían la pobreza y marginación en la que vive más del 80% de la población.
Estos acuerdos debían cumplirse conforme un cronograma que a finales de diciembre fue prorrogado por el gobierno del presidente Portillo, quien en su primer discurso se comprometió a "asumir los acuerdos de paz como políticas de Estado".