COPENHAGUE.- La incertidumbre sobre los resultados preside las elecciones que se celebran hoy en Noruega para renovar los 165 miembros del parlamento, en las que el Partido Laborista espera lograr suficientes escaños para seguir al frente del Gobierno los próximos cuatro años.
Cuatro millones de electores están convocados a estos comicios donde laboristas y conservadores se disputan un gobierno que requerirá futuras alianzas con otras fuerzas políticas.
Debido a las peculiaridades de la organización electoral de este país, diversos ayuntamientos, especialmente en las regiones del norte, decidieron adelantar las votaciones a la jornada de ayer domingo.
Precisamente una de las leyes electorales que entran en vigor en la jornada de hoy -que permite a los ayuntamientos decidir el horario de apertura de los colegios electorales- ha provocado cierta polémica en una jornada que se ha caracterizado por la calma durante las primeras horas.
El Partido Conservador critica que la nueva ley puede provocar malentendidos entre los electores, ya que si en Oslo los colegios permanecerán abiertos hasta las nueve de la noche, hora local (19:00 GMT), en otras localidades de la región cerrarán una hora antes.
Tenemos muchos electores locales que trabajan en Oslo y llegan después de las ocho de la tarde, encontrándose con la puerta cerrada, declaró a la agencia de noticias NTB el responsable de la autoridad local para las elecciones del ayuntamiento de Oppegaard, Tore Nordberg.
Polémicas aparte, algunos de los candidatos a la presidencia ya han acudido a sus respectivos colegios para ejercer su derecho a votar.
El primer ministro, el laborista Jens Stoltenberg, fue uno de los más madrugadores y votó alrededor de las nueve de la mañana, hora local, en su colegio de Oslo, ante una importante presencia de fotógrafos noruegos y extranjeros.
Stoltenberg se mostró optimista ante las posibilidades de su partido, al que todos los sondeos otorgan una caída considerable con respecto a las elecciones de 1997 -en las que obtuvo el 35 por ciento de los votos-, un descenso que algunos sondeos cifran hasta en los diez puntos porcentuales.
El todavía primer ministro alegó haber hecho "una buena campaña" y confió en que "muchos miles de electores deciden por quién van a votar el mismo día de las elecciones".
Sin embargo, Stoltenberg mostró su temor a que el equilibrio de fuerzas que, según todos los indicios, reinará en el futuro parlamento, conduzca a una situación de "incertidumbre", pese a que también por ese motivo calificó los comicios como "interesantes".
Stoltenberg apoyó también las últimas declaraciones del presidente de su partido, Thorbjorn Jagland, pidiendo el apoyo del Partido Popular Cristiano tras las elecciones, para evitar que un posible gobierno conservador, con excesiva influencia del derechista Partido del Progreso, se haga con el poder en Noruega.
Con el apoyo de los democratacristianos quiere también contar su principal rival, el conservador Jan Pedersen, quien acudió a depositar su voto en la tarde del domingo en la ciudad de Oppegaard.
"Esta es la elección más incierta habida hasta hoy", declaró Petersen ante la urna, y expresó su deseo de colaborar con los demócrata cristianos y los liberales de la Izquierda para tratar de formar un gobierno en el que dejaría fuera al Partido del Progreso.
Según los sondeos publicados durante esta última semana, los resultados del partido Conservador superarán el 20 por ciento de los sufragios, pero quedarán por debajo de los Laboristas, y para obtener la mayoría que les permita gobernar necesitarán una alianza con el Partido del Progreso.
Los noruegos acuden a votar en una jornada de lluvias en todo el país, salvo en algunas regiones del sur, lo que puede disminuir la participación.
Precisamente al mal tiempo se achaca la disminución de votantes registrada el domingo en los colegios y que, según las estimaciones, alcanzó una cifra próxima a los dos puntos porcentuales con respecto a los comicios generales de 1997, aunque se situó por encima del nivel de las municipales de 1999.