NUEVA YORK.- A fines de los '80, la guerra en Afganistán se estaba revirtiendo en contra de los soviéticos y, para febrero de 1989, ya se habían retirado.
La lucha de los rebeldes afganos, sin embargo, continuó. Primero, contra el Gobierno apoyado por los soviéticos y, luego, en enfrentamientos entre ellos mismos.
Entusiasmados por su triunfo sobre los soviéticos, los musulmanes no afganos que combatieron como voluntarios en Afganistán regresaron a sus respectivas patrias, ansiosos de aplicar los principios de la Jihad mundial a sus tierras nativas.
En los primeros años de la década de los '90, Bin Laden se encolerizó cuando el Rey Fahd de Arabia Saudita (sede de los santuarios más sagrados del Islam) permitió que tropas de EE.UU. utilizaran el reino para luchar contra los iraquíes.
Desde ese entonces, empezó a enfocar su ira contra EE.UU. y el Gobierno saudita. Una vez concluida la guerra, Bin Laden viajó a Afganistán, pero poco después se desplazó a Sudán, donde un Gobierno militar islámico había tomado el poder.
A lo largo de los siguientes cinco años, el terrorista saudita construyó un grupo que combinaba negocios legales con su apoyo a la guerra santa islámica mundial.
Bin Laden y sus enviados se entrevistaron con radicales de Pakistán y Egipto para proponer un frente islámico internacional, encabezado por veteranos de la guerra en Afganistán, que combatiría contra los judíos y los estadounidenses.
El envío de tropas estadounidenses a Somalia, a finales de 1992 y principios de 1993, como parte de una misión de las Naciones Unidas, constituyó otro motivo de cólera para el saudita. De manera que Al Qaeda emitió en privado fatwas que ordenaban a sus miembros a atacar los soldados estadounidenses en Arabia Saudita, Yemen y el Cuerno de Africa.
También envió a su jefe militar, un egipcio que había estado con él cuando formó Al Qaeda, para detectar los puntos vulnerables de las fuerzas de las Naciones Unidas en Africa. Según aseguran los fiscales, Al Qaeda creó una célula en Kenia para que actuara como un "portal" de sus operaciones en Somalia.
Los investigadores estadounidenses tropezaron con los primeros indicios de un nuevo fenómeno mundial en 1993, cuando empezaron a examinar el atentado dinamitero en el Centro de Comercio Mundial.
En ese entonces descubrieron que los cuatro hombres que realizaron el ataque, que mató a seis personas e hirió a más de un millar, tenían vínculos con el jeque Omar Abdel-Rahman, a quien acusaban de encabezar una "organización Jihad" mundial que había empezado a planear el asesinato de estadounidenses desde 1989.
La Jihad también echó raíces en Europa y Africa del Norte. En agosto de 1994, tres jóvenes musulmanes franceses de ascendencia norafricana, con el rostro cubierto por máscaras y blandiendo ametralladoras, abrieron fuego contra turistas en el recibidor de un hotel en Marrakesh, Marruecos, matando a dos españoles e hiriendo a un tercero.
La policía francesa se enteró que el ataque fue planeado por dos veteranos marroquíes de la guerra en Afganistán que habían reclutado a comandos para atacar en París y Orléans y enviado a más de una docena de ellos a Afganistán para su adiestramiento.
Investigadores europeos que seguían la pista a la red afgana en Francia, Bélgica y Alemania encontraron registros de llamadas telefónicas entre extremistas locales y la Oficina de servicios en Pakistán.
En marzo de 1995, investigadores belgas encontraron otra pista: un CD-ROM en el auto de un argelino adiestrado en Afganistán en 1982 y parte de la célula de la GIA en Bruselas.
El CD-ROM abarcaba diversos aspectos, desde la "guerra psicológica en el islam" hasta "la estructura organizacional de los servicios de inteligencia de Israel", además de la elaboración de explosivos y toxinas letales.
El prefacio incluía una dedicatoria para el nuevo héroe de la guerra santa: Osama Bin Laden.
Un nuevo Enemigo
Para mediados de los '90, EE.UU. se había empezado a centrar en Bin Laden y sus compañeros en Sudán. Lo veían como la encarnación de una peligrosa nueva tendencia: un patrocinador apátrida del terrorismo que estaba utilizando su fortuna personal - que un funcionario del Oriente Medio calculó en unos US$ 270 millones- para financiar causas extremistas.
Dos años después de llegar a Afganistán, en febrero de 1998, Bin Laden anunció públicamente sus intenciones. En un campamento en Khost (en el este afgano) él y varios otros líderes de grupos militantes declararon que habían fundado el Frente Internacional Islámico para la Jihad Contra los Judíos y Cruzados, una entidad que incluía a Al Qaeda y grupos de Egipto, Pakistán y Bangladesh, entre otros.
El Frente emitió la siguiente fatwa: "Matar a los estadounidenses y a sus aliados, tanto civiles como militares, es un deber individual de todo musulmán en cualquier país donde esto sea posible".
El 7 de agosto de 1998 Bin Laden hizo efectiva su amenaza, explotando con escasas horas de diferencia las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania.
Este es el último de una serie de dos artículos sobre Osama Bin Laden, el prófugo más buscado por EE.UU.
The New York Times
Publicado por El Mercurio el 21 de enero del 2001