WASHINGTON.- Desde el día en que asumió el cargo, el Presidente estadounidense, George W. Bush, ha hecho de la defensa contra misiles enemigos su máximo objetivo de seguridad nacional.
En una sola hora, sin embargo, terroristas dejaron al desnudo los límites de esa visión, al usar aviones de pasajeros normalmente inofensivos -no misiles de largo alcance- para llevar a cabo catastróficos ataques directos contra centros del poderío estadounidense.
Después de los ataques sin precedente del martes contra el World Trade Center, en Nueva York, y el Departamento de Defensa, en Washington, funcionarios norteamericanos dijeron que Estados Unidos estaba en guerra e insistieron en que los responsables tendrían que responder por sus crímenes.
El ex secretario de Estado Henry Kissinger dijo a CNN que "esto es comparable a Pearl Harbor y debemos tener la misma respuesta, y la gente que lo hizo debe tener el mismo fin que la gente que atacó en Pearl Harbor".
En la cadena de televisión NBC, el ex asesor de seguridad nacional, Antony Lake, coincidió, diciendo que "tiene que haber una respuesta estadounidense de algún tipo a esto".
Los analistas opinaron , en tanto, que el pueblo estadounidense -airado por este ataque contra su país- indudablemente se pondrá al lado del gobierno en este momento de crisis. Los incidentes también tocaron el debate de la seguridad nacional.
Se plantearon nuevas dudas sobre si Bush está destinando demasiada fe y dinero a la defensa antimisiles, si Estados Unidos debería poner mayor énfasis sobre lo que los críticos ven como amenazas probables a "la defensa de la patria" y si había una falla en la inteligencia nacional por no prever los ataques.
Los planes de defensa antimisiles de Bush, que cuestan más de 8.000 millones de dólares al año, están destinados a interceptar sistemas de misiles enemigos de largo alcance de tierra, mar y aire, en su mayor parte de los llamados estados hostiles como Corea del Norte, Iraq e Irán.
Bush ha sostenido que ésta es la apremiante nueva amenaza preeminente que enfrenta Estados Unidos en el mundo de la posguerra fría.
¿Cuál es la amenaza primordial?
El despliegue de un sistema eficaz de misiles está por lo menos a cuatro o cinco años de distancia, de acuerdo con expertos, y aunque existiera uno actualmente, no podría haber evitado el ataque de este martes.
"Yo creo que estos ataques sí debilitan el argumento a favor de la defensa antimisiles", dijo Joseph Cirincione, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. "Hace que la cantidad de fondos propuestos y la atención puesta sobre esta amenaza remota parezca descabelladamente inverosímil y una desviación de nuestras amenazas verdaderas", dijo en una entrevista.
"Hace más difícil que los partidarios (de la defensa antimisiles) promuevan un temor a la amenaza de misiles balísticos cuando se acaba de tener un ataque catastrófico como éste con aviones, no misiles".
"Eso hace muy difícil justificar el gasto de 8.300 millones de dólares al año en defensa de misiles cuando estamos teniendo dificultades con (algo tan básico como) la seguridad de los aeropuertos", agregó, refiriéndose a los secuestros de los aviones.
El senador Joseph Biden, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, expresó argumentos similares un día antes en un discurso que pronunció en el Club Nacional de la Prensa.
Como Cirincione, el demócrata del estado de Delaware no se opone a la defensa antimisiles totalmente, pero cree que tiene que ser llevada a cabo a un ritmo más mesurado que el que quiere darle Bush. "Nuestras verdaderas necesidades de seguridad son mucho más terrenales y mucho menos costosas que la defensa nacional antimisiles", dijo Biden en su discurso.
"Deberíamos financiar completamente a las fuerzas armadas y defendernos en el país y el extranjero contra las amenazas más probables de misiles de crucero de corto alcance o contra el terrorismo biológico", agregó.
Su comisión inició la semana pasada una serie de audiencias sobre un concepto crecientemente popular que defiende la protección de Estados Unidos del bioterrorismo y de los ataques químicos, y la modernización de su arsenal militar ordinario.
Pero los partidarios de la defensa antimisiles como el especialista republicano en seguridad nacional Frank Gaffney, no creen que los ataques del martes afectarán al apoyo a la posición de Bush. El uso de un avión secuestrado como "arma de defensa masiva" era algo que "la mayoría de nosotros no habíamos pensado", dijo Gaffney.
No obstante, sostuvo que los incidentes no sólo "resaltan la necesidad de la defensa antimisiles" -porque Estados Unidos no tiene actualmente defensa contra misiles de largo alcance-, sino que también sirvió para reforzar la necesidad de una inversión mayor aún en seguridad nacional sin excepciones.