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Bush promete que se cobrará justicia por ataques terroristas

El Presidente George W. Bush dijo a una sesión conjunta del Congreso, que contó además con la presencia del Primer Ministro británico Tony Blair, que "no olvidaré esta herida a nuestra nación, ni a quienes la infligieron. No cejaré. No descansaré".

20 de Septiembre de 2001 | 21:29 | AP/emol.com
George W. Bush ante el CongresoWASHINGTON.- Ante una sesión conjunta del Congreso y un país todavía aturdido, el presidente George W. Bush prometió el jueves cobrar justicia por los atentados terroristas en Nueva York y Washington. "Se hará justicia", sentenció.

Nueve días después que varios grupos de piratas aéreos suicidas dejaron un total de más de 6.000 norteamericanos muertos, Bush dijo a una sesión conjunta del Congreso que "no olvidaré esta herida a nuestra nación, ni a quienes la infligieron. No cejaré. No descansaré".

Bush afirmó que los ataques del 11 de septiembre evidenciaron que la única superpotencia en el mundo no es inmune a los ataques. Aun mientras preparaba a Estados Unidos para la guerra, Bush también prometió tomar medidas defensivas, incluyendo la creación de un cargo en el gabinete para seguridad interna.

Para ese cargo designó al gobernador de Pensilvania Tom Ridge.

Bush ordenó a las fuerzas armadas estadounidenses a estar lostas para la batalla contra los terroristas.

"Se acerca la hora en que Estados Unidos tomará acción y ustedes nos llenarán de orgullo", expresó el mandatario.

Bush pidió a cada nación a tomar parte, contribuyendo fuerzas policiales, servicios de inteligencia e información bancaria.

Con el primer ministro británico Tony Blair a la derecha de la primera dama Laura Bush en un asiento de las galerías, Bush dijo: "El mundo civilizado está uniéndose al lado de Estados Unidos. Ellos entienden que si el terrorismo queda impune, sus ciudades, sus ciudadanos pudieran ser las próximas víctimas. El terror impune no solamente derriba edificios, sino que amenaza la estabilidad de gobiernos legítimos, y no lo permitiremos".

A su entrada en el recinto de la Cámara de Representantes, Bush recibió un estruendoso aplauso de las dos bancadas, tanto de su partido Republicano como de los demócratas en la oposición.

Un cerco de seguridad sin precedente rodeó el Capitolio, una semana después de ser evacuado por segunda vez por supuestas amenazas.

El vicepresidente Dick Cheney estaba lejos debido a precauciones de seguridad.

El titular de la cámara baja Dennis Hastert, republicano, tercero en línea presidencial, ocupaba el asiento reservado al vicepresidente detrás de Bush en el podio. El senador demócrata Robert Byrd, cuarto en sucesión como presidente pro témpore del Senado, estaba sentado detrás de Hastert.

El primer ministro británico Tony Blair se encontraba en el Congreso junto a la esposa de BushBush comparó a los terroristas con las fuerzas malignas del siglo XX: "Al sacrificar vidas humanas para servir sus visiones radicales -al abandonar todo valor excepto la voluntad de poder- siguen el camino del fascismo y el nazismo y el totalitarismo. Y seguirán ese mismo camino hacia su desenlace, a la tumba ignota de la historia de las vidas desperdiciadas".

En su discurso televisivo, el cuarto que dirige a la nación tras asumir la presidente, Bush trató de explicar a un país estremecido el sentimiento antinorteamericano de sus enemigos.

Bush culpó de los atentados de la semana pasada al presunto terrorista Osama BinLaden y sus seguidores, de quienes se sospechan estuvieron involucrados en los ataques a las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania y el buque Cole de la armada.

El mandatario condenó al Talibán, la milicia religiosa que gobierna la mayor parte de Afganistán, y que le da refugio a BinLaden.

Les exigió entregar a Estados Unidos, sin dilación, a todos los cabecillas de la organización terrorista de BinLaden que estén en todos los campamentos terroristas en Afganistán.

Estas exigencias, según Bush, no están sujetas a debate. "O entregan a los terroristas o tendrán que compartir lo que el destino les depara".

Bush habló poco después que el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, presente en la sesión, aumentó drásticamente a 6.333 el cálculo de los desaparecidos y presumiblemente muertos en la destrucción del Centro de Comercio Mundial.

Se cree que otras 189 personas murieron en otro ataque simultáneo al Pentágono, y 44 en un avión secuestrado que se estrelló en Pensilvania.

Las tribulaciones de la nación se agravaron por las preocupaciones sobre el estado de la economía, otra víctima del terrorismo. El titular de la Reserva Federal, Alan Greenspan, dijo al Congreso que "gran parte de la actividad económica se paralizó" tras los ataques.

El costo de la respuesta del país al terrorismo podría alcanzar los 100.000 millones de dólares, lo que produciría el primer déficit en las finanzas del gobierno federal desde 1997.

"Dirigiremos todos los recursos a nuestra disposición -todas las gestiones diplomáticas, todos los datos de inteligencia, todos los instrumentos de la autoridad, toda la influencia financiera y todas las armas de guerra que sean necesarias- para perturbar y derrotar la red de terrorismo mundial", manifestó Bush.

A los gobernantes del resto del mundo, Bush dijo sin rodeos: "O están ustedes con nosotros o están con los terroristas".

Bush habló al Congreso y la nación al tiempo que las tropas y los aviones norteamericanos eran emplazados cerca del golfo Pérsico. En su condición de comandante en jefe de las fuerzas armadas, Bush instó a los militares a estar listos.

En su condición de líder de una ciudadanía estremecida, Bush pidió a los norteamericanos "calma y resolución".

El mandatario recalcó que será una guerra contra los extremistas terroristas, no contra los fieles islámicos, cuyas enseñanzas calificó de "buenas y pacíficas".
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