WASHINGTON.- El gobierno federal solicitó el jueves a los gobernadores de los cincuenta estados a movilizar las unidades de la Guardia Nacional para proteger temporalmente los aeropuertos. Por su parte el Pentágono convocó a más reservistas, mientras el gobierno intensificaba sus esfuerzos diplomáticos para erigir una coalición mundial contra el terrorismo.
Dieciséis días después que varios piratas aéreos estrellaron aviones en el Centro de Comercio Mundial, el Pentágono y una zona rural de Pensilvania, el Presidente George W. Bush dijo que el gobierno expandirá el uso de guardias federales armados en los vuelos comerciales.
También instó a los gobernadores a movilizar las unidades de la Guardia Nacional, a expensas del gobierno federal, para proporcionar seguridad en los aeropuertos mientras pone en vigencia un plan de protección de largo plazo.
Siguiendo el desfile de los líderes mundiales en Washington, el Rey de Jordania, Abdullah II, debía reunirse hoy con el secretario de Estado Colin Powell. Abdullah se entrevistará con Bush el viernes. Se anticipa que el monarca propugnará una respuesta medida a los ataques para no agravar la ya tensa situación en el Oriente Medio.
En medio de todas las gestiones diplomáticas, un funcionario del Pentágono indicó que no es inminente un ataque en Afganistán contra Osama bin Laden y su red al-Qaida.
Distanciándose de la enérgica retórica de hace una semana, el subsecretario de defensa Paul Wolfowitz dijo que antes de atacar se necesita mayor información sobre el paradero de los terroristas y los jefes del régimen afgano del Talibán.
"No creo que sea necesario insistir demasiado que todo el que espera una acción militar... debe reconsiderarlo", dijo Wolfowitz el miércoles a los periodistas en Bruselas, donde pidió a los aliados en la OTAN asistencia en la recopilación de datos de inteligencia.
"No creemos que debemos limitarnos a demostrar la capacidad de bombardeo de nuestros militares. Todo el mundo lo sabe", afirmó.
El secretario general de la OTAN, George Robertson, dijo que después de una sesión informativa de Wolfowitz, "se hace cada vez más evidente que todas las pistas investigadas conducen a bin Laden y su red al-Qaida".
La reunión de la OTAN fue apenas un elemento más en el diálogo del gobierno con líderes extranjeros en la cuestión acuciante del terrorismo.
Bush, con la esperanza de que los norteamericanos le pierdan el miedo a los vuelos y vuelvan a viajar en avión para reavivar un área importante de la economía nacional, elaboraba nuevas propuestas de seguridad para los aeropuertos y los aviones.
Asimismo, funcionarios federales que hablaron con la condición del anonimato confirmaron una versión del diario "The New York Times" de que Bush autorizó a dos generales de la Fuerza Aérea a ordenar derribar los aviones de pasajeros que amenacen ciudades cuando no haya tiempo suficiente como para pedir la autorización previa superior.
Los ataques terroristas del 11 de septiembre dejaron casi 7.000 muertos.
Estrategia para encontrar a bin Laden
Estados Unidos está tratando de establecer contactos con los rebeldes de Afganistán en busca de una inquietante alianza en su deseo de encontrar a Osama bin Laden y, de ser necesario, atacar a la milicia gobernante del Talibán.
Se trata de una estrategia completamente diferente, después de años de una política de no interferencia con la llamada Alianza del Norte, que muchos consideran tan brutal como el Talibán.
Rusia e Irán han proporcionado dinero y armamento a los rebeldes durante años, con la esperanza de derrocar al Talibán. Estados Unidos sólo enviaba alimentos, públicamente, al menos.
Tras bambalinas, el gobierno del ex presidente Bill Clinton estuvo en contacto con grupos de oposición dentro de Afganistán y ofreció dinero por la captura o muerte de bin Laden, según ex funcionarios del gobierno de Clinton. Pero tales esfuerzos fallaron.
Ahora, con el ejército estadounidense en preparación para posibles ataques, el gobierno del Presidente George W. Bush ha incrementado contactos con los rebeldes. El secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld dice que eso podría ayudar porque ellos "conocen el terreno. Ellos tienen idea de cómo tratar con el Talibán".
Sin embargo, Estados Unidos actúa con cautela porque funcionarios de Pakistán, aliado clave en la lucha contra el terrorismo, no aconsejan ayudar a la Alianza del Norte, también llamada Frente Unidos. Pakistán se opone a los rebeldes anti-talibán porque la coalición no tiene una representación sólida entre los pashtun, el mayor grupo étnico afgano, que por lo general apoya a Pakistán.
"Es una región muy complicada del mundo, donde hay gran cantidad de grupos y naciones con diversos intereses", dijo el miércoles el vocero de la Casa Blanca Ari Fleischer. Estados Unidos está "consciente de y comprende" la relación histórica entre Pakistán y los rebeldes, agregó.
No es inusitado que Estados Unidos busque ayuda entre grupos opositores cuando lanza campañas militares. Así lo hizo con los miembros de la etnia albanesa que luchaban contra los serbios en Kosovo, y con los iraquíes que se oponían a Saddam Hussein. Los beneficios son obvios: Los rebeldes frecuentemente tienen un conocimiento clave del terreno o de las operaciones del enemigo.
Pero la entrega de fondos, armas o capacitación para los rebeldes afganos también conlleva riesgos obvios: ellos y los rusos e iraníes que los respaldan tienen sus propios planes, que no necesariamente serán compatibles con los de Estados Unidos en el largo plazo.