ISLAMABAD, Pakistán.- El gobierno de Pakistán reforzó el martes la seguridad en la capital Islamabad y detuvo a tres clérigos musulmanes que organizaron masivas manifestaciones antinorteamericanas.
Pero tres personas, incluyendo un chico de 13 años, murieron en hechos de violencia.
El refuerzo de la seguridad se da al día siguiente de disturbios el lunes en el bastión fundamentalista de Quetta, donde los manifestantes incendiaron automóviles, una estación policial y saquearon un banco para exigir el fin de los ataques a Afganistán encabezados por Estados Unidos.
Los extremistas religiosos objetan el apoyo que ha brindado el presidente paquistaní, general Pervez Musharraf, a la coalición internacional antiterrorista.
Pese a las numerosas y ruidosas protestas en algunas ciudades cerca de la frontera afgana, la mayoría de la población ha permanecido en calma. Y Musharraf quiere que siga así.
"En una sociedad islámica no hay lugar al extremismo ni la violencia contra ninguna otra religión o grupo", afirmó el martes a la prensa. Dijo que el apoyo de su gobierno a la coalición responde a "los supremos intereses de la nación".
Las fuerzas de seguridad colocaron bolsas de arena en torno de los puestos policiales en instalaciones clave del gobierno en Islamabad el martes, y en las avenidas se veían patrullas militares armadas de ametralladoras.
Tres personas murieron cuando unos 400 refugiados afganos, armados de palos, atacaron una estación policial en el pequeño pueblo de Kuchlak cera de Quetta, dijeron las autoridades. Una de las víctimas, que fue identificada en el hospital civil de Quetta como Hamid Ullah, de 13 años, murió de heridas de bala.
El jefe de policía de Quetta, Abid Ali, dijo que los refugiados atacaron primero un banco y una oficina de correos en Kuchlak. Luego atacaron la estación policial cuando los policías trataron de disolver la manifestación.
Ali dijo que hubo 75 arrestos.
El vocero de la cancillería, Aziz Ahmed Khan, calificó la violencia en Quetta de "lamentable y deplorable", pero bajo control.
En la ciudad oriental de Lahore, varios centenares de manifestantes protalibán apedrearon a la policía, bloquearon carreteras y gritaron lemas contra el Presidente estadounidense George W. Bush y el presidente paquistaní.
También hubo protestas no violentas en otras ciudades: 5.000 personas en Karachi, la mayor ciudad del país, 2.000 en Chaman y unos centenares en la ciudad noroccidental de Peshawar, cerca de la frontera con Afganistán.