JERUSALEN.- De Estados Unidos a Gran Bretaña, pasando por Francia y Jordania, la presión internacional aumenta sobre el Premier israelí, Ariel Sharon, para que aproveche la reducción de la violencia en los territorios y reactive las negociaciones con los palestinos.
Pero a estas presiones hay que añadir, desde principios de esta semana, la primera crisis política desde la formación de su gobierno de unidad nacional el 7 de marzo pasado, con la salida de dos movimientos de extrema derecha.
Tras dar la impresión en un primer momento de que se distanciaba de Oriente Medio, Estados Unidos se movilizó a nivel internacional, desde los atentados del 11 de septiembre, para llevar de nuevo a israelíes y palestinos a la mesa de negociaciones, después de más de un año de la intifada de Al Aqsa que ha causado 875 muertos.
Estados Unidos necesita que israelíes y palestinos alcancen un acuerdo para convencer a los países árabes y musulmanes de que se sumen a su lucha antiterrorista.
A esta frenética actividad se unieron el lunes el Primer Ministro británico, Tony Blair, el Presidente francés, Jacques Chirac, y el rey jordano, Abdalá II, con sus respectivos llamamientos a la reanudación del diálogo israelo-palestino.
Chirac estimó que "en las circunstancias actuales es más necesario que nunca buscar la paz", mientras que el rey jordano juzgó que había que "abrir una doble perspectiva: la afirmación del principio del Estado palestino y la garantía de la seguridad del Estado de Israel".
"Estamos totalmente de acuerdo para decir que llegó el momento de reactivar el proceso de paz", subrayó el jefe de gobierno británico. Pero políticos y analistas israelíes advierten contra las repercusiones en la política interior israelí de esas presiones, acentuadas por la gira europea del Presidente palestino Yasser Arafat, ya que podrían acabar con el gobierno de coalición de Sharon.
El lunes por la noche, Sharon pidió a Blair que presione a Arafat para que luche contra el terrorismo. Durante una conversación telefónica, Sharon solicitó a su homólogo británico que "presione a Yasser Arafat para que se decida a lucha contra los terroristas palestinos".
"Las promesas de Yasser Arafat no bastan, son necesarias acciones en el terreno", recalcó Sharon. Deseoso de no ofender a Israel, el secretario británico del Foreign Office, Jack Straw, afirmó este martes que Sharon no constituía un obstáculo a la paz con los palestinos.
"No creo que Sharon sea un obstáculo para lograr la paz", declaró el jefe de la diploma británica a la cadena de televisión por satélite qatarí Al-Jazeera.
Pero antes que nada Sharon debe de hacer frente a la salida de su coalición, anunciada el lunes y efectiva el miércoles, de dos partidos de extrema derecha, "Israel Beitenu" y "Unión Nacional".
Sus respectivos dirigentes, Avigdor Lieberman y Rehavam Zeevi, presentaron su dimisión a los cargos de ministros que desempeñaban en el gabinete de Sharon.
"Hemos llegado a la conclusión de que no podemos participar más en el gobierno de unión (...) Los que votaron por Sharon (en las elecciones de febrero último) votaron ampliamente contra los acuerdos de Oslo" (1993) sobre la autonomía palestina, declaró Lieberman.
Criticando con vehemencia la política del gabinete de Sharon, Lieberman le reprochó "que había perdido la ocasión de acabar con el terrorismo y de haber colocado a Israel en situación de fuera de juego a nivel internacional".