WASHINGTON.- Los funcionarios sanitarios aguardaban el lunes los resultados de los análisis de cinco enfermos, con síntomas parecidos a los del ántrax, después que se le diagnosticó a un obrero postal local la rara forma de ántrax por inhalación.
Más de 2.200 trabajadores postales son sometidos a análisis por exposición a la bacteria causante del mal, y el servicio de correos cerró dos instalaciones en que trabajaba el enfermo.
El paciente no fue identificado pero se informó el lunes que estaba en condiciones graves aunque estables en un hospital suburbano de Virginia próximo a su casa.
"Tenemos una buena prognosis pero las próximas 24 horas son críticas", dijo el director del Servicio Postal, John Potter, en una entrevista por televisión.
Potter dijo también que el Servicio Postal intensificaba las medidas de seguridad en sus instalaciones y estaba introduciendo una tecnología para esterilizar la correspondencia. Pero aclaró que no se les ordenó a los obreros postales utilizar guantes ni máscaras.
Las autoridades observan atentamente las condiciones de otras cinco personas de la zona, también empleados postales, con síntomas parecidos a los de la gripe que podrían indicar que padecen ántrax por inhalación. Están hospitalizados y sometidos a tratamiento, cuatro en Washington y otro en un suburbio de Virginia.
En las últimas dos semanas y media hubo tres casos de ántrax por inhalación, incluso un hombre que murió. La enfermedad no había aparecido en el país desde 1978. Otros seis casos, incluso de dos trabajadores postales de Nueva Jersey, fueron de una forma de ántrax cutáneo que responde muy bien al tratamiento.
Mientras tanto, las autoridades del Congreso planeaban reabrir el lunes el Capitolio, aunque las oficinas del Senado y la Cámara de Representantes permanecían cerradas hasta que se completaran los análisis ambientales.
Los cierres fueron motivados por una carta contaminada con ántrax que llegó hace una semana a la oficina del jefe de la mayoría del Senado, el demócrata Tom Daschle. La carta fue cursada por las instalaciones de Washington en que trabajaba la última víctima.