PARIS.- La princesa Soraya, conocida como la "princesa de los ojos tristes", murió este jueves a los 69 años en París, ciudad donde residió los últimos años de una vida marcada por su matrimonio con el sha Mohamed Reza Palevi y su repudio, siete años después, por no haberle dado un heredero.
"Lo amé desesperadamente, pero al final venció la razón de Estado", dijo en una ocasión Soraya Esfandiary, cuyo cadáver fue encontrado a primera hora de esta mañana en su domicilio de París por la mujer encargada de las tareas domésticas.
La segunda esposa de Mohamed Reza Palevi murió por "causas naturales", confirmó a EFE la Policía. No obstante, habrá que esperar al resultado de la autopsia y de la investigación abierta para saber las causas concretas del fallecimiento de la mujer que el 12 de febrero de 1951, con 19 años, se casó con Reza Palevi, diecisiete años mayor que ella.
Unos 2.000 invitados asistieron en el palacio de Golestán a la boda, que para Reza Palevi era su segundo matrimonio. En primeras nupcias, el sha estuvo casado hasta 1949 con la princesa Fawzieh, hermana del rey Faruk de Egipto y con quien tuvo una hija.
Tras el primer divorcio del sha, la corte pensó para un segundo enlace en la tribu de los bajtiaris, muy importante en Irán por haber en ella numerosos yacimientos petrolíferos y de la que el abuelo de Soraya fue "Sardar Asad" (jefe supremo) a finales del siglo XIX.
La hermana del sha quedó encantada después de ser enviada a conocer a la atractiva joven y Reza Palevi se enamoró al ver una foto de ella. "La primera vez que vi al sha, el emperador vestía uniforme de general. Era joven, imponente, magnífico, soberbio. Lo confieso: fue un flechazo", reconoció Soraya casi treinta años después.
Con Reza Palevi, también vivió tiempos difíciles: dos años después de casarse, la pareja se exilió en Roma en 1953, debido a la situación crítica en el país bajo el Gobierno de Mohamed Mossadeq, lugar al que regresarían un año después.
Durante el tiempo que la pareja estuvo junta, el Consejo de los Sabios, inquieto ante la falta de heredero, llegó a la conclusión de que Soraya debía aceptar que el sha tuviera otra esposa o sería repudiada.
Siete años justos después de la boda, Soraya recibió el decreto de divorcio firmado por el sha, en el que se indicaba que recibía el título de "princesa imperial", una suma considerable de dinero y un pasaporte diplomático.
Poco después, abandonó Irán y empezó el peregrinaje de quien se convirtió en una especie de "reina en el exilio".
Desde el día en que abandonó Teherán no volvió a ver al sha, "ni tampoco él intentó buscarme", confesó ella en 1991, año en el que publicó su autobiografía
El palacio de las soledades.
Un año después del divorcio, su ex marido se casaba con Farah Diva, quien sí le dio descendencia: cuatro hijos, entre ellos su heredero Reza Ciro Palevi. No obstante, ella siempre se refirió al sha como "mi marido", "ya que ha sido él único con quien me he casado", afirmaba.
Cuando en 1987 Soraya viajó a Egipto, visitó la tumba de Reza Palevi, quien murió en el exilio en 1980 un año después del triunfo de la revolución integrista islámica del ayatolá Jomeini.
Asidua a las fiestas de la alta sociedad de Europa y Estados Unidos, espectadora en los desfiles de moda más selectos y habitual en las revistas del corazón y las listas de las más elegantes, la princesa fue objeto, en su exilio del corazón, de las atenciones amorosas de los hombres mas acaudalados y brillantes del momento.
Faruk de Egipto, Francisco Pignateri y actores europeos y estadounidenses fueron pretendientes de la princesa iraní, que tiene una calle en Teherán.
Pero pasarían bastantes años hasta que Soraya volviera a compartir su vida con un hombre, el cineasta italiano Franco Indovina, con quien estuvo nueve años hasta que él murió en un accidente de avión.
Nacida en Teherán el 22 de junio de 1932 de madre alemana y de padre iraní de los bajtiaris, comenzó su educación en Irán. Posteriormente, el nazismo impidió que siguiera estudios en su país materno, por lo que fue enviada a un internado en Suiza.
Ya divorciada, intentó dedicarse al cine y el productor italiano Dino de Laurentis la propuso rodar "Las tres caras de mujer", que no tuvo éxito y que llevó al sha, según algunas versiones, a hacer que sus emisarios destruyeran todas las copias de la película.