ISLAMABAD.- Los bombardeos a Afganistán continuaron hoy, domingo, aunque crece la preocupación ante los daños que están causando los ataques, que incluso se han cobrado víctimas en una aldea del lado opositor, y también de nuevo en Kabul, la capital.
Al menos 30 civiles, incluidos varios niños, han muerto desde el pasado jueves, durante los ataques de la aviación sobre Kabul o el perímetro de la urbe.
Una bomba arrojada por los aviones destruyó hoy tres hogares ubicados en un barrio del norte de Kabul, y los vecinos sacaron de entre los escombros los cadáveres de al menos doce personas, incluidos los de cuatro niños.
Estas muertes de civiles en Kabul se produjeron al día siguiente de que al menos otras diez personas pereciesen cuando una bomba impacto sobre la aldea e Ghani Jolil, situada a unos tres kilómetros al norte de las líneas defensivas de los talibanes, en territorio bajo en el control de las tropas opositoras de la Alianza del Norte.
Miembros de equipos médicos, citados por el canal internacional en lengua árabe "Al Jazeera", indicaron que en la aldea de Ghai Jolil murieron más de diez personas.
A la lista de blancos erróneos hay que añadir también las más de 35 bombas que los aviones norteamericanos arrojaron ayer cerca del valle de Kapisa, y sobre otros puntos situados a mas de 50 kilómetros al norte de la capital afgana.
Los aviones sobrevolaron Kabul y dejaron caer bombas al noreste de la capital, en un nuevo ataque que siguió al llevado a cabo la víspera y descrito como uno de los más intensos desde que hace tres semanas dio comienzo la campaña bélica en suelo afgano.
Otra vez, los aviones de la coalición anglo-estadounidense dispararon sus cargas explosivas contra las posiciones de los talibanes al norte de Kabul.
Las fuerzas del régimen respondieron al ataque empleando sus baterías antiaéreas, que una vez más probaron ser ineficaces para alcanzar los aviones que vuelan a gran altura.
Durante la pasada noche, los aviones sobrevolaron Kabul en círculos aunque, según los residentes, no arrojaron bombas sobre objetivos situados en el centro de la capital, en la que hasta antes del primer ataque, el 7 de septiembre, residían cerca de un millón de personas.
Los aviones de las fuerzas anglo-estadounidenses reanudaron también los ataques sobre áreas próximas a la ciudad de Kandahar, al sur, y después de casi dos jornadas de relativa calma, así como las localidades del Jallabad, al este, y Herat, al oeste.
En Kandahar, donde algunos de los afganos retomaron sus actividades, los aviones aparecieron a mediodía, aunque se centraron en atacar las posiciones de los talibanes situadas al este de la ciudad.
Residentes en Kandahar, que han abandonado el 70 por ciento del medio millón de personas que la poblaban, y por la que por sus calles patrullan unidades de los talibanes, dijeron que las explosiones tenían lugar a una decena de kilómetros de la ciudad.
Las tres semanas de consistentes bombardeos todavía no han causado la caída del régimen talibán, que controla aproximadamente el 90 por ciento del país y que está viendo reforzadas sus filas con la incorporación e varios miles de voluntarios integristas procedentes del vecino Pakistán y otras naciones islámicas.
Tampoco los bombardeos han conseguido sacar de su escondite al disidente saudí Osama bin Laden, jefe de la organización terrorista ''Al Qaeda'' y principal sospechoso de los atentados cometidos el pasado 11 de septiembre en Estados Unidos.
Los ataques de la coalición en suelo afgano están además soliviantando cada vez más a los grupos integristas paquistaníes, con amplio apoyo en la franja fronteriza habitada por tribus que simpatizan con el régimen fundamentalista afgano y miembros de la etnia "pasthun", de la que proceden los talibanes.