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Responsables de ataques con ántrax en EE.UU. serían ultraderechistas norteamericanos

El diario The Washington Post informó el pasado sábado de que, según informes de la CIA, los ataques con ántrax no parecen ser obra de extremistas islámicos, sino de organizaciones ultraderechistas "domésticas".

30 de Octubre de 2001 | 08:59 | EFE
WASHINGTON.- La sospecha de que el ataque con ántrax es "interno" y puede haber sido desencadenado por una organizacion ultraderechista estadounidense está cobrando fuerza a medida que las investigaciones apuntan al programa de armas biológicas locales como posible fuente de las peligrosas bacterias.

Según especialistas en bioterrorismo, el método de preparación de las bacterias apunta a una "receta" secreta que EE.UU. desarrolló en los años 60, según ha informado la publicación "NewScientist".

Las bacterias de Bacillus anthracis enviadas en la carta que recibió el senador Tom Daschle fueron tratadas de modo que formaran un cultivo de esporas de alta concentración, mínimas dimensiones y gran facilidad para ser difundidas con un aerosol.

Fuentes de la Casa Blanca, del FBI y de la CIA han reconocido que las muestras analizadas parecen proceder de un laboratorio de microbiología bien dotado y haber sido procesadas por manos expertas.

Las bacterias no son resistentes a la penicilina, como las desarrolladas por Rusia en su programa de armas para la guerra bacteriológica, ni presentan bentonita, un químico utilizado por Irak para mantener las esporas separadas en un cultivo que incluye miles de millones de bacterias.

Estados Unidos desarrolló sus propios aditivos para estabilizar las esporas y lograr que mantuvieran un tamaño mínimo, por debajo de los cinco micrones, lo que facilita que sean inhaladas si son utilizadas como armas bacteriológicas.

Los investigadores no han informado de qué moléculas han sido añadidas a las muestras de ántrax encontradas en las cartas de Daschle, y otras que se poseen, como las enviadas al diario New York Post o a las emisoras de televisión CBS y NBC.

El diario The Washington Post informó el pasado sábado de que, según informes de la CIA, los ataques con ántrax no parecen ser obra de extremistas islámicos, sino de organizaciones ultraderechistas "domésticas".

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleitcher, ha reconocido que los indicios que se poseen sobre el modo en que se ha propagado el ántrax no permiten descartar esta posibilidad.

Los responsables de la seguridad estadounidense, sin embargo, han precisado que desviar la atención del fundamentalismo islámico de Al Qaeda u otras organizaciones como las que están detrás de los atentados del 11 de setiembre puede permitir que los terroristas de Osama Bin Laden puedan volver a atacar con impunidad.

Las primeras indicaciones de que las bacterias de ántrax pudieran remitir a una trama terrorista "interna" aparecieron en los primeros días de octubre, cuando se indicó que la cepa de bacterias utilizada parecía proceder de unos laboratorios de Ohio.

Pero esos laboratorios, que lograron la cepa de bacterias hace más de medio siglo, han estado vendiendo muestras de sus cultivos durante décadas a otros centros de investigación, dentro y fuera de EEUU, siendo Irak uno de los países que las adquirió.

Más que investigar la cepa de procedencia, los científicos están empeñados en averiguar las características de los procesos más recientes que los cultivos hubieran podido sufrir, como es el último de desecación del preparado y los químicos empleados para mantener el cultivo estable.

Las esporas del ántrax, según sostienen expertos en microbiología, pueden mantenerse activas, aunque en forma latente durante años, probablemente décadas, en espera de que aparezcan de nuevo las condiciones idóneas para lanzar un nuevo ataque y multiplicarse.

Las fosas nasales o cualquier pequeña herida en la piel en la que pudieran fijarse proporcionaría a esas esporas el cultivo y los nutrientes idóneos para volver a desarrollarse.

Estados Unidos fabricó cerca de 900 kilogramos de polvo de alto contenido de ántrax hasta 1969, en que se sumó al programa de destrucción de armas químicas y bacteriológicas. Lo mismo ocurrió en otros países, pero nadie sabe a ciencia cierta qué países y qué cantidades podrían haberse mantenido ocultas para su uso en caso de emergencia.

La línea de investigación que se sigue en la actualidad en EEUU persigue averiguar no sólo si alguien ha obtenido una cepa virulenta de la bacteria, sino también qué conocimientos han sido utilizados para convertir el bacilo del ántrax en una poderosa arma bioterrorista.
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