NUEVA YORK.- En el momento de una de las más importantes crisis de la historia para la ciudad de Nueva York, sus habitantes se disponen a elegir un nuevo alcalde el 6 de noviembre, entre el demócrata Mark Green y el republicano Michael Bloomberg.
La batalla, que entró en su recta final esta semana después de una serie de inconvenientes provocados en parte por el atentado del 11 de setiembre contra el World Trade Center, debería concluir el martes por la noche cuando, al cerrarse las urnas, se tengan los resultados de las primeras encuestas a boca de urna.
Los dos contendientes ostentan un muy distinto "pedegree". Mark Green, abogado público, ha trabajado para el municipio todos estos años aunque defendiendo a la gente común, y ha estado siempre ligado al mundo de la política.
Bloomberg, en cambio, un multimillonario de los medios de comunicación -propietario de una agencia de noticias financieras- se presenta por primera vez en el campo político y pese a que muchos, incluso de su partido, lo miraron con desconfianza al principio, se transformó por el voto de los afiliados en el candidato oficial.
El magnate del periodismo había estado en las filas demócratas hasta el año pasado, pero al ver que había demasiados candidatos para el puesto de alcalde al que aspiraba, decidió pasarse el partido opuesto, donde debió disputar las primarias con un latino, Hernán Badillo, un ex congresista que no tenía todo el dinero de Bloomberg para su campaña electoral.
En efecto se dice que Bloomberg gastó cerca de 40 millones de dólares en propaganda electoral, tanto en afiches como en cortos publicitarios de radio y televisión. Se le critica que al parecer pretende administrar la ciudad como su empresa.
El alcalde actual, el republicano Rudolph Giuliani, quien llevó adelante con clarividente liderazgo la conducción de la crisis de la ciudad desde el atentado contra las Torres, le dio finalmente su apoyo la semana pasada. "Tengo mucha confianza en que la ciudad estará en buenas manos", dijo Giuliani al hablar de Bloomberg.
Giuliani había querido quedarse al menos otros tres meses al frente de la alcaldía, propuesta que fue aceptada por los candidatos que disputarán las elecciones del 6 de noviembre. Pero últimamente no se ha hablado más de ello.
También se dijo que Giuliani podría intentar presentarse como candidato con otro partido. Pero la ley se lo impide, después de haber cumplido dos períodos de gobierno de cuatro años cada uno, que terminan el 31 de diciembre.
Quién sabe cuál sería el resultado de las elecciones -en una ciudad donde la proporción de demócratas y republicanos es de 5-1-, si Giuliani se presentara. Muchos se arriesgan a decir que ganaría sin dudas, votado por republicanos y demócratas, a pesar de que éstos últimos lo han criticado poderosamente durante estos años por el poder que dio a la policía, acusada de discriminar y maltratar en particular a negros y latinos.
La batalla preelectoral debía comenzar a disputarse el 11 de septiembre, día del atentado contra las Torres Gemelas, pero que estaba previsto para las primarias, suspendidas luego para el 25 de septiembre.
En el Partido Demócrata las disputaron el latino Fernando Ferrer, presidente del distrito neoyorquino del Bronx, Green, Alan Hevesi y Peter Vallone. Los dos últimos trabajan actualmente en el municipio.
El 25 de septiembre salió elegido Bloomberg en detrimento de Badillo y se clasificaron para una segunda vuelta. El 11 de octubre, Ferrer y Green. Luego de una serie de inconvenientes en cuanto al cómputo de los votos, Ferrer admitió su derrota.
Según algunos analistas, incluida una editorial del "New York Times", Ferrer perdió porque no cambió su mensaje después del 11 de septiembre y siguió insistiendo en "dos Nueva York", la latina, negra y más pobre, y la otra, mientras Green insistió en la unidad de la ciudad, especialmente en este momento de crisis.
El problema principal que deberá afrontar el nuevo alcalde, que entrará en funciones el primero de enero, será la reconstrucción de la ciudad, no sólo desde el punto de vista edilicio sino económico.
Miles de personas han quedado en al calle desde el atentado. La industria del turismo, la hotelería y los restaurantes, además del espectáculo, están en plena crisis porque los turistas extranjeros no vienen y la gente de Nueva York prefiere quedarse en su casa ante el miedo a los atentados y el ántrax.