ROMA.- En verdad “Su Majestad” debería estar alborozada. Después de 28 años de exilio en Italia, tras todas las angustias y temores de las últimas semanas, debería haber llegado el momento del alivio para el ex rey de Afganistán Zahir Shah.
Pero el mensaje enviado a “sus hijos amados” no transmite alivio. En lugar de exhibir alegría por la inesperadamente rápida caída del régimen talibán, el ex monarca de 87 años expresa su preocupación y advierte a la Alianza del Norte contra actos de revancha y venganza, instándola a dar buen trato a los prisioneros. Promete un retorno “muy pronto”, pero sus asistentes en el exilio romano dan a entender que la fecha precisa aún está lejos de ser fijada.
En el “Hotel Fleming”, en el norte de Roma, se prepara la corte para una “segunda oportunidad” del rey derrocado en 1973, pero sin descorchar botellas de champagne. “El mayor problema actual de Afganistán son la seguridad, los bombardeos (de Estados Unidos) y el rápido avance de la Alianza del Norte”, dice Abdul Sattar Sirat, profesor de estudios islámicos, ex ministro de Justicia de Zahir Shah en los años 60 y aún hoy uno de sus colaboradores más estrechos.
Antes de que “Su Majestad”, como siguen denominándolo en el seno de su séquito en el exilio, pueda emprender el retorno a Afganistán, deben aclararse aún algunos puntos, destaca el ex ministro: debe garantizarse la seguridad, en lo posible por medio de tropas de las Naciones Unidas, y establecerse las modalidades de la transición política.
Ni siquiera está claro a dónde se dirigiría el ex rey en su patria. “Tal vez a Kabul, pero también es posible que a otra ciudad”, dice Abdul Sattar Sirat, sin ocultar su fastidio porque la Alianza del Norte genera hechos consumados con su ingreso anticipado a Kabul. “La Alianza del Norte no es un representante legítimo de los afganos”, repite una y otra vez el consejero del ex rey.
Los seguidores de Zahir Shah sólo vislumbran una solución: “Su Majestad es una figura paternal. Sólo él puede unir al país.” Como primer paso habría que formar a la brevedad un “alto consejo de todas las fuerzas políticas y religiosas”, para constituir un gobierno de transición presidido por el ex monarca. Recién después de ello podría convocarse a la “Loya Jirga”, el Gran Consejo de todos los jefes tribales afganos.
El desarrollo futuro a que apuntan los políticos monárquicos en el exilio también está claro a grandes rasgos: “Elecciones en un año y medio o dos.” Al menos en esto -y no en mucho más- coinciden con la Alianza del Norte. Burhanuddin Rabbani, uno de los líderes de la Alianza, saludó el eventual retorno del ex soberano, “pero por favor sólo como ciudadano”.