JERKU MUBARAK, Afganistán.- Los talibanes abrieron hoy las puertas de su reducto cercano a Kabul a las tropas de la Alianza del Norte, con la que han establecido un débil acuerdo de paz.
Casi todo fueron apretones de manos y declaraciones de buenas intenciones en el encuentro que mantuvieron los jefes de la Alianza del Norte y el comandante Haji Mulá Mohamed al día siguiente de que este ultimo anunciase la rendición de sus guerreros talibanes.
Las escenas en Narifulat, el primer puesto en territorio hostil, seguramente fueron muy similares a las acontecidas en otras partes de Afganistán donde los talibanes, y siguiendo la tradición nacional de la conveniencia, han cambiado de bando político.
“El movimiento talibán esta acabado”, sentenció el comandante talibán de la zona de Maidan Sharan, situada a unos 40 kilómetros al suroeste de Kabul, y en la que según la Alianza del Norte se habían atrincherado cerca de dos mil talibanes.
En la diminuta aldea de Narifulat compuesta por casas de adobe entre las que sobresale la mezquita, y situada ésta en la ladera opuesta de la montaña en la que el pasado jueves se libro una batalla, solo aparecieron una treintena de aguerridos talibanes.
Con los fusiles ametralladores y lanzagranadas al hombro, los talibanes de turbante y largas barbas, miraban de soslayo a los soldados de la Alianza y a los periodistas invitados a presenciar el simbólico apretón de manos entre los jefes de los dos bandos.
“Cumpliremos sólo las ordenes nuestro comandante”, dijo Mohamed Sayed Kujai, un fornido talibán provisto de un fusil con mira telescópica, y que se disculpó por disparar el jueves en el frente de batalla sobre tres periodistas, incluido al enviado de EFE.
Los talibanes de Maidan Sharan, en la provincia de Warkak y colindante con Kabul, se rindieron el sábado tras resistir casi dos semanas el asedio de las tropas de la Alianza del Norte.
El “mulá” Mohamed explicó que en la reunión que mantuvieron los clérigos islámicos y los jefes de las aldeas, se optó por la rendición, la entrega de las piezas de artillería, pero se decidió también retener los fusiles y otras armas ligeras.
“De ninguna forma vamos a entregar los kalashnikov ni los lanzacohetes”, advirtió Maulawi Kalayan, otro de los jefes talibanes que acudió a Narifulat con sus hombres para contrarrestar la presencia de soldados de la Alianza.
La rendición fue adoptada por la mayoría de los jefes talibanes de Maidan Sharan, pero rechazada por otros, los del sector mas radical y aparentemente leales al liderato talibán de la ciudad de Kandahar, al sureste de Afganistán.
Al menos dos talibanes resultaron muertos, y otros siete fueron capturados cuando de madrugada, y con la rendición en vigor, atacaron una las posiciones de las tropas de la Alianza en Maidan Sharan.
“Tenemos conflictos internos, que intentamos solucionar”, reconoció el “mulá” Mohammed casi al mismo tiempo que, “walkie-talkie” en mano, ordenaba a sus hombres permanecer en las posiciones.
En Narifulat, ni tampoco en la aldea vecina de Jerku Mubarak, donde celebraron una reunión los jefes de la Alianza y del depuesto régimen integrista, aparecieron voluntarios extranjeros de las fuerzas talibanes, unos 400 árabes, chechenos y paquistaníes.
“Los combatientes extranjeros han escapado durante las ultimas horas”, indicó el comandante de la Alianza, Haji Sefiullah,
La Alianza del Norte, que en Maidan Shairan, tiene desplegados mas dos millares de hombres, se vio forzada el jueves a retroceder a raíz de la contraofensiva lanzada, según su jefe, el general Maulana, por unos dos mil talibanes y voluntarios extranjeros.
El general Maulana y el comandante talibán, Haji Mohamed, y tras los apretones de mano, se reunieron luego a puerta cerrada en la escuela coránica de la Jamiat i Islami (Hermandad Islamica) en Jerku Mubarak para aclarar cuál de los dos bandos es el responsable de la seguridad en la zona.
“Aquí no queremos soldados de la Alianza; a la población le preocupa que con su entrada comiencen los saqueos y las venganzas”, señalo Whali Walla, de 25 años y profesor de la escuela coránica de Jerku Mubarak.