BONN.- Bonn, la antigua capital alemana, acoge desde hoy una conferencia internacional sobre el futuro del agua potable, que por su escasez se ha convertido en otra fuente más de conflictos, y sobre el que un millar de delegados debatirán durante cinco días.
La conferencia ha sido organizada conjuntamente por los ministerios alemanes de Ayuda al Desarrollo y de Medio Ambiente, en cooperación con la ONU, y los resultados deberán servir como base de trabajo para la Cumbre de Johannesburgo sobre Desarrollo Sostenible, que se celebrará el próximo año.
"Espero que no sólo consigamos iniciar el espíritu de Johannesburgo sino que de esa cumbre salga un nuevo pacto global para el desarrollo sostenible", dijo el ministro de Medio Ambiente, Júrgen Trittin, en su discurso de inauguración.
Alrededor de 1.200 millones de personas no disponen de agua potable limpia; entre 2.000 y 3.000 millones viven sin sistemas de desagúe en condiciones, mientras la escasez afectará en los próximos 25 años a 5.400 millones de personas.
En la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, celebrada en septiembre de 2000, los gobiernos se comprometieron hasta el año 2015 a reducir a la mitad el número de personas que no tienen acceso al agua potable.
Los delegados de 130 países que han acudido a Bonn se ocuparán de analizar tanto las posibilidades tecnológicas como las políticas y financieras para mejorar el abastecimiento de agua y también de problemas como la ineficacia en los sistemas de regadío, la protección medioambiental y fórmulas para hacer frente a sequías o inundaciones.
La falta de agua potable es un problema que afecta sobre todo a los países más pobres, en los que además se da la paradoja de que es más cara que en las zonas industrializadas.
Debido a la falta de sistemas públicos de suministro, en muchos suburbios de las grandes urbes del planeta, la venta del agua se produce mediante camiones cisterna, lo que encarece su precio.
Al mismo tiempo, muchos países en los que este problema es especialmente grave no disponen de fondos suficientes para financiar la construcción de sistemas de abastecimiento.
Como una de las posibles soluciones se discute la privatización del agua, una idea que sus críticos consideran altamente peligrosa, porque confiere a la industria el poder sobre un recurso natural que debe ser accesible a todos por igual.
Trittin subrayó que, como el agua es un bien común "tan insustituible como el aire para respirar", asegurar su abastecimiento y su calidad deberá seguir siendo una tarea estatal.
El ministro se mostró, no obstante, partidario de una cooperación con el sector privado a la hora de crear las infraestructuras.
Según cálculos del Banco Mundial, para financiar las redes de suministro de agua en los países en vías de desarrollo se necesitarán unos 600.000 millones de dólares en los próximos diez años, cifra que pone de manifiesto la necesidad de buscar fórmulas de financiación que vayan más allá de los presupuestos públicos.
El problema de la contaminación de las aguas por la creciente industrialización es otro de los aspectos que centrarán los debates de esta conferencia de cinco días.
Trittin dio por ello especial importancia a que se traten los aspectos medioambientales de este problema.
La contaminación de ríos y lagos por la industria no sólo supone un problema directo para el suministro de agua potable, sino para toda la cadena de alimentación, pues el 75 por ciento de todas las reservas existentes van a parar a la agricultura.
Finalmente, otro de los grandes problemas que será abordado es el de la lucha por el reparto de este preciado bien entre los países que comparten las mismas riberas o lagos.
Los anfitriones de la conferencia recalcaron que la mejor forma de hacer frente a este problema es lograr una estrecha cooperación entre países vecinos y a nivel internacional y reforzar los sistemas de prevención de crisis de la ONU.
