Roma.- La policía italiana ha descubierto numerosas irregularidades contables en sociedades comerciales de la región de Lombardía (norte) en una investigación sobre los activistas islámicos detenidos las últimas semanas y que relacionan con la financiación de la red terrorista Al Qaeda.
Los locales de una docena de empresas situadas en Milán (norte), Varese y otras localidades lombardas han sido registrados por los agentes, que se incautaron de numerosa documentación.
Según los investigadores, se trata de una red de cooperativas creadas con un doble objetivo: ofrecer trabajo a los inmigrantes islámicos en Italia y financiar, a través de un sistema de doble contabilidad y de facturas falsas, las actividades de la red que lidera Osama Bin Laden.
Las sociedades investigadas tenían relación con el argelino Abdelhalim Remadna y con el tunecino Nabil Benattia, el primero de ellos secretario de la mezquita de la calle Jenner en Milán, y ambos en prisión.
Este centro religioso es uno de los lugares bajo sospecha en las investigaciones internacionales sobre el terrorismo islámico.
Entre las detenciones practicadas la pasada semana figuran igualmente la del marroquí Yassine Chekkouri y el egipcio Samir Kishk, considerado un especialista en la falsificación de pasaportes y uno de los responsables en Europa del grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), que fue interceptado en Roma.
El jefe de policía de Milán, Vincenzo Boncoraglio, ha insistido hoy en que los detenidos colaboraban en el reclutamiento y apoyo a los miembros de la organización Al Qaeda, pero ha insistido en que no preparaban atentados en Italia.
Prueba de su relación con el grupo islámico son las numerosas conversaciones telefónicas interceptadas a Remadna, entre ellas algunas vía satélite con Abu Jaffa, considerado el número 3 de la organización de Bin Laden, hechas desde el interior de la mezquita.
La policía también ha admitido haber recibido desde EE.UU. pruebas de que Italia sirvió como base para un grupo de sesenta tunecinos que fueron adiestrados en un campo de Al Qaeda en Khalden (Afganistán) y que habrían combatido en Bosnia.
La acusación fue hecha por un activista islámico "arrepentido" Ahmed Ressan, detenido en 1999 en Seattle (EE.UU.) con 50 kilogramos de explosivos y que colabora ahora con las autoridades de EE.UU.