BUENOS AIRES.— El ministro de Economía Domingo Cavallo reiteró el lunes a un diputado de la oposición peronista que la Argentina tiene suficientes reservas en dólares para respaldar una eventual "dolarización" del peso y evitar cualquier devaluación.
Cavallo, según declaró el diputado Daniel Scioli, estrecho colaborador del ex presidente peronista Carlos Menem, también le aseguró "que se están haciendo todos los esfuerzos para no salir de la convertibilidad y evitar el default (cesación de pagos)".
El sistema de convertibilidad, implantado por Cavallo en 1991, cuando fue ministro de Menem, establece la paridad entre el peso y el dólar. Fue un eficaz freno contra la inflación, pero ahora ocasiona serias dificultades al comercio exterior y a la reactivación de una economía en recesión desde 1998.
Cavallo siempre se opuso a la dolarización, pero recientemente expresó que sería una alternativa menos perjudicial que la devaluación.
Scioli pronosticó que "vamos en camino irreversible a la adopción del dólar como moneda. Lo importante es que esa medida tenga un respaldo político muy fuerte".
Pero otro peronista, el dirigente sindical Juan Manuel Palacios, sostuvo que "hay que salir de la paridad cambiaria, con una canasta de monedas, con lo que tenga que ser, no se descarta tampoco la devaluación. Pero lo que no se puede hacer es dolarizar".
Roque Fernández, que reemplazó a Cavallo como ministro de Economía de Menem en 1996, dijo que ya no es partidario de la dolarización que defendió hasta fecha reciente y propuso en cambio un sistema de flotación cambiaria.
"La etapa de dolarización fue entre 1998 y 1999, cuando las circunstancias eran diferentes. Hoy tenemos la economía en cesación de pagos, una crisis en el sistema financiero donde está prácticamente congelada la extracción de depósitos y un control de cambios", dijo Fernández.
Propuso "una flotación entre el 10 y el 20% en el tipo de cambio, lo que no implica devaluación".
Cavallo, entretanto, recibía críticas por sus anuncios de la víspera sobre nuevas medidas de austeridad, que en algunos casos implican dejar sin efecto programas que había elaborado recientemente.
Cavallo, horas después de regresar de Washington, donde logró restablecer empantanadas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), negó el domingo haber recibido presiones en favor de una devaluación o de determinadas medidas de ajuste.
Pero acto seguido anunció estar dispuesto a suspender o eliminar exenciones impositivas por unos 4.500 millones de dólares, que el gobierno puso en vigor en mayo a fin de mejorar la competitividad de las exportaciones argentinas, perjudicadas por la sobrevaluación del peso, atado al dólar por el sistema cambiario de convertibilidad.
La eliminación de las exenciones, que hasta ahora eran exhibidas por el gobierno como el eje de sus esfuerzos contra la recesión, procura cerrar la brecha fiscal en el presupuesto para 2002 y ayudar al objetivo de lograr el déficit cero en las cuentas del Estado.
Manuel Cabanellas, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), comentó el lunes que "es lamentable que se pongan impuestos, se saquen impuestos, no somos creíbles, no somos serios".
Otro dirigente empresarial, Ignacio de Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), calificó de "muy mala señal" la eliminación de los programas de competitividad. "Vemos con preocupación que el gobierno trabajó para evitar una corrida bancaria, pero no se hace nada para evitar una corrida de los industriales o de los empresarios",expresó.
El portavoz presidencial Juan Pablo Baylac declaró el lunes a la prensa que el gobierno encabezará la negociación, con las provincias y con el Congreso, ahora en manos de la oposición peronista, para acordar los lineamientos del presupuesto para 2002.
Una de las recomendaciones del FMI que Cavallo trajo de Washington fue, precisamente, la necesidad de un sólido respaldo político para las nuevas medidas económicas.
El gobernador del Chaco, Angel Rozas, presidente de la Unión Cívica Radical (UCR), el partido de De la Rúa, advirtió el lunes que "políticamente no hay mucho margen para seguir por el camino del ajuste y menos en el plano social".