BUENOS AIRES.- Debilitado por la falta de apoyo político y presionado por una aguda crisis económica, Fernando de la Rúa cumplió este lunes dos años como Presidente de Argentina en medio de las dudas de los analistas sobre si podrá resistir los 24 meses que le restan de mandato.
Tras asumir en diciembre de 1999, el idilio entre los argentinos y el Mandatario terminó abruptamente por sus fracasos en reactivar una economía estancada desde 1998 y promesas incumplidas de hacer un cambio radical en la vida política local, marcada durante los años 90 por el sello farandulesco que impuso la administración del peronista Carlos Menem.
"La pregunta es si el Presidente podrá terminar su mandato, ya que hoy, uno de cada dos argentinos, piensa que no podrá hacerlo", aseguró el analista político Rosendo Fraga, titular de la consultora Centro de Estudios para la Nueva Mayoría.
Cuando llegó a la Casa de Gobierno, la popularidad de De la Rúa llegaba a cerca del 80 por ciento de la población. Actualmente apenas sobrepasa el 14 por ciento.
Desde que tomó el mando, el Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina no ha crecido, en tanto que la pobreza atrapó a uno de cada tres argentinos y el desempleo se expandió a 2,4 millones de personas en un país con 36 millones de habitantes.
"De los gobiernos constitucionales, éstos fueron los dos peores años de los que tenemos memoria estadística. Por niveles de pobreza, concentración de la riqueza, falta de empleo, desocupación y caída del PIB", dijo a Reuters Artemio López, director de los Equipos de Investigación Social, Equis.
Junto al empeoramiento de la situación económica, la coalición que llevó a De la Rúa al poder se hizo pedazos tras la renuncia en octubre del 2000 del vicepresidente de la Nación y líder del ala izquierda del gobierno, disgustado porque el mandatario no combatió con mano firme un escándalo por presuntos sobornos que golpeó al Senado.
La fractura disparó una diáspora entre legisladores de la coalición hacia pequeños partido de oposición, mientras la centrista Unión Cívica Radical (UCR) -el partido de De la Rúa- se empezó a distanciar de la suerte del Mandatario y lo convirtió en el blanco de sus críticas.
Pero, este alejamiento no salvó a la UCR a ser aplastada por la oposición en la única prueba electoral que debió afrontar hasta ahora el gobierno y por la cual el oficialismo cedió su liderazgo de la Cámara de Diputados al peronismo, que ya controla el Senado.
La derrota además envalentonó a esta fuerza, que hasta se dio el lujo de usar su control de la Cámara Alta para imponer como su titular a un hombre de sus filas, cuando históricamente ese cargo lo ocupaba por cortesía un representante del oficialismo.
Así, el partido fundado por Juan Perón se quedó con un cargo cuyo ocupante es quien reemplaza a De la Rúa cuando está en el exterior, al haber renunciado el vicepresidente. "El nivel de consenso que tiene la gestión del Presidente en la opinión pública es muy bajo", sostuvo Fraga.
"En términos internacionales, se considera que, cuando una administración cae por debajo del 20 por ciento de aprobación, se pierden las condiciones políticas necesarias para la gobernabilidad", añadió.
¿Podrá terminar el mandato?
En los dos años de gobierno las protestas sociales se han multiplicado. Las manifestaciones callejeras son el pan de cada día de los argentinos y se han llevado a cabo ocho huelgas nacionales en contra de su gestión. La novena se anunció para el jueves próximo.
"La imagen negativa del Presidente De la Rúa alcanza el 55,1 por ciento, en tanto que su imagen positiva apenas llega al 14,8 por ciento", comentó el analista Ricardo Rouvier, de la consultora Ricardo Rouvier & Asociados.
Con estos niveles bajos de aceptación, De la Rúa emprendió en julio proyectos impopulares como la reducción del déficit fiscal mediante la baja de pensiones y salarios de estatales.
Además, en medio de temores de los ahorristas a una devaluación del peso que precipitó una fuga de depósitos, el gobierno decretó la semana pasada restricciones bancarias para proteger al sistema financiero, lo que enojó aún más a la opinión pública.
"La profundización de la crisis económica (...) plantea la duda de, si una administración débil políticamente, está en condición de controlar la situación", acotó Fraga.
"En mi opinión, mientras De la Rúa logre evitar la devaluación y mantener la convertibilidad, no tiene riesgo de una entrega anticipada del poder", añadió.
El peso argentino está atado desde 1991 al dólar bajo el régimen de convertibilidad monetaria, que para los argentinos se convirtió en una institución venerada, ya que les garantiza que sus ingresos en moneda local no se depreciarán frente a sus deudas nominadas en la divisa estadounidense.